30 marzo 4º domingo de cuaresma

Jn 9,1.6-9.13-17.34-38)

 


En aquel tiempo, al pasar Jesús vio a un hombre ciego de nacimiento. Y escupió en tierra, hizo barro con la saliva, se lo untó en los ojos al ciego y le dijo: «Ve a lavarte a la piscina de Siloé (que significa Enviado).».Él fue, se lavó, y volvió con vista. Y los vecinos y los que antes solían verlo pedir limosna preguntaban: «¿No es ése el que se sentaba a pedir?»

«¿Cómo puede un pecador hacer semejantes signos?»

Y lo expulsaron. Oyó Jesús que lo habían expulsado, lo encontró y le dijo: «¿Crees tú en el Hijo del hombre?»

Él contestó: «¿Y quién es, Señor, para que crea en él?»

Jesús le dijo: «Lo estás viendo: el que te está hablando, ése es.»

Él dijo: «Creo, Señor.» Y se postró ante él.

En aquel tiempo, al pasar Jesús vio a un hombre ciego de nacimiento. Y escupió en tierra, hizo barro con la saliva, se lo untó en los ojos al ciego y le dijo: «Ve a lavarte a la piscina de Siloé (que significa Enviado).».Él fue, se lavó, y volvió con vista. Y los vecinos y los que antes solían verlo pedir limosna preguntaban: «¿No es ése el que se sentaba a pedir?»

“Y lo expulsaron. Oyó Jesús que lo habían expulsado, lo encontró y le dijo: ¿Crees tú en el Hijo del hombre?”.
Y ahí empezaron los líos para este ciego. No le han preguntado si cree en Dios, o si cumple los mandamientos, o si reza todos los días. Sólo si cree en el hombre. “Hijo del hombre” es una fórmula inventada por Jesús. José Mª Castillo enseña que hijo del hombre es igual a hijo de Adán. Y Adán es sinónimo de hombre. Preguntar si cree en el hijo del hombre es igual a preguntarle ¿Crees en el hombre?

“¿Y quién es, Señor, para que crea en él?” Este evangelio de Juan es una clase de teología en forma de un relato. Para Juan, no hay “milagros”. Hay signos que explican la nueva buena.
«Lo estás viendo: el que te está hablando, ése es.»

Algunos de los fariseos comentaban: Este hombre no viene de Dios, porque no guarda el sábado. ¿Cómo puede un pecador hacer semejantes signos?. La clave del cristiano está en creer y difundir su fe en el hombre. Solo se puede descubrir a Dios si se cree en el hombre. Dios no está detrás de las estrellas, ni en los montes, ni en el Templo. Dios aparece, según este evangelio de Juan, después de aceptar al hombre. El ciego lo aceptó: Creo, Señor. Y se postró ante él. ¿Quién se atreve a dirigirse a Dios si menosprecia, condena u olvida al hombre? Sí, claro que se atreven muchos: los santones y las santonas.

El cristianismo tiene como fin crear hermanos. Pero quizá las iglesias se dedicaron a crear santos. Y a veces, los santos no aceptan al hombre ni a la mujer. Ni son hermanos.

Luis Alemán Mur