La desgracia de tener a un presidente engreído, ignorante, y absurdamente soberbio.


Y es que está rodeado de enanos aduladores. Lo suyo es el arte de mentir. Las masas que les votan y los que abarrotan sus bolsillos con sus regalos aumentan sus mentiras. O por intereses o por pobreza mental.

Su público no es solo España. Ha extendido su mantel en las mesas de Europa. Por lo visto allí también miente y engaña. Allí también abastece sus bolsillos. Europa ¿le cree? O ¿Qué le importa tres pitos lo que haga o diga este farándulo descosido?

Sea como sea, España jamás mantuvo a un sujeto igual. ¿Por qué aguanta tanta cara dura? Este pueblo español aguanta adormecido lo increíble. Aunque suele ser temible cuando se despierta. El desprecio almacenado es difícil borrarlo.

Un misterio que no acabo de comprender es que Felipe Gonzalez y otros de aquellas centurias sigan en silencio. Ni la fidelidad a los partidos ni los miedos deben frenarse ante el dolor de un pueblo.