Salmo XCIV

R/Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor:
«No endurezcáis vuestro corazón»

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos. R/.

Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía. R/.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masa en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.» R/.

Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía. 

El pueblo ya vive en la tierra prometida, tiene un templo, parece haber llegado al término del reposo. Y sin embargo cada día debe escuchas la palabra de Dios y cumplirla, para conservar el don de la tierra donde participa en el reposo de Dios.

Su infidelidad en la tierra prometida será como la infidelidad de los padres del desierto. No endurezcáis el corazón como en Meribá, como el día de Masa en el desierto;

Luis Alemán