Navidad es el comienzo de un camino. Una aventura de Dios metido en la tierra. Lo Eterno metido en lo histórico. Mucho más difícil y espectacular que el lejano big bang cuando se fabricó el Tiempo y el Espacio. Entonces se comenzó a fabricar la llamada Creación. Ahora con la primera Navidad comenzó la fabricación del Hombre-Dios.

El Universo tardó en hacerse y dicen que sigue fabricándose. Porque en la historia, nada comenzó hecho. El Hombre-Dios tampoco comenzó terminado. No fue un prefabricado de importación celeste. Si de verdad lo que nació era hombre, todo hombre necesita un proceso de crecimiento, maduración y aceptación de sí mismo a base de libertad y configuración de su propia identidad. No nació un muñeco. Nació un niño.

La misión de ese niño era llegar a ser El Hijo de Dios. Para ello tenía que aprender a pensar, actuar, amar y, cuando llegara el momento, a morir como lo haría Dios.

Como nació libre, al igual que todo hombre, él siempre tuvo la posibilidad de negarse. Pudo rechazar el bautismo de Juan. Pudo escoger una forma de vivir menos extrema. Pudo tener en cuenta que dialogar con los sacerdotes del Templo podría ser más productivo y menos traumático que desentrañar la mentira. Pudo entrar al Templo para orar en vez de volcar las mesas de los mercaderes en el atrio del Templo,

En la última hora, pudo echarse atrás ante la pasión y muerte. Pero fue fiel a su verdad. Fiel a su Dios. No fue un hombre “adoptado” por Dios. Fue un hombre “invadido” por Dios. Y Dios lo levantó de la tumba y lo sentó a su diestra. Y le concedió el título sobre todo título:

“Toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra y en el abismo” Filipenses 2, 10

Este enfoque de la Cristología es distinto del enfoque cristológico al uso: en el que viene como Dios con una hoja de ruta y se encarna en un hombre. Con un Padre que le dictaba lo que tenía que hacer.

La visión actual es la de un Jesús que tuvo que hacerse humano para llegar a ser divino. Hijo del hombre para ser Hijo de Dios. Por eso es nuestro Camino, nuestra Verdad, nuestra Vida.

Nació en unas circunstancias sociales, históricas que hoy consideraríamos infrahumanas. Con él, quedó claro que es posible incluso para el nacido en circunstancias y épocas duras, crecer hasta conseguir ser humano. No hay filosofía, dogma o moral que con su degeneración pueda ser obstáculo insalvable para la consecución de lo humano.

No hay excusas. Nuestro cometido es llegar a ser humanos. Lo divino es cuestión de Dios. No trastoquemos los términos. No pretendamos ser divinos sin cumplir con lo humano. Seríamos una chirigota