¿Jesús es nuestro “salvador”?


Por supuesto. El hombre, animal indefenso, crea telarañas de poderes ideológicos, culturales, económicos, religiosos, políticos. Está sometido a miedos que emergen desde su intimidad insegura y del ambiente que respira. La obra de Dios –el hombre– se hunde en un fango, producto de miedos y ambiciones para superar su propia debilidad de creatura y que le llevan al bello arte del dominar y someter.

Era imprescindible un alguien, un liberador que le ayudara en su éxodo –su huida. Esa fue la misión de Jesús: liberar al hombre de sí mismo y de los que se creían dueños de los hombres.

Ciegos ven, cojos andan Leprosos quedan limpios y sordos oyen, Muertos resucitan A los pobres se les anuncia la buena noticia.

Todas metáforas de liberación. Su buen amigo Juan Bautista, el tremendista, el último profeta del Antiguo Testamento, esperaba a uno que

Bautizará con Espíritu y fuego. Y que traerá el bieldo en la mano para aventar su parva… y la paja la quemará en un fuego inextinguible

Jesús inaugura una nueva era. El sentido de su vida es liberar, desatar, inyectar vida a los muertos, allanar el camino para huir de la esclavitud. Nadie, ya nunca nadie, pondrá cadenas a los hombres en nombre de Dios. Ya nunca nadie cerrará más bocas en nombre de nada y ni de nadie. Los evangelios están escritos en clave de liberación. La palabra liberación es moderna. Pero el concepto es la clave de toda la Biblia: Éxodo

Quien no comprenda la teología de la liberación no ha comprendido el evangelio. Y me da lo mismo como se llame.

Jesús proclama la liberación de todo hombre y ante cualquier poder. Incluso la Torá (la ley de Yahvé) está al servicio del hombre. Lo que Jesús sembraba por Palestina, su patria, era una auténtica revolución. Todo es posible a partir de la liberación del hombre. Redimir es liberar al hombre.

¿Se enteran ustedes?

No se cómo le hemos dado la vuelta a la historia.

– Jesús no escogió la cruz. Se la escogieron otros. – La cruz no fue un plan de Dios. – La cruz no era necesaria para “salvar” al hombre. – El crucificado demostró en ella su tenacidad y su decisión de liberar al hombre esclavizado. Ese sí era su plan. – Y lo demostró hasta el final. Incluso viendo que su Dios no hacía nada. – Por tanto, la cruz no es cosa de Dios ni de Jesús. – La cruz la fábrica el poder. Para que nadie se mueva y todo siga controlado. – La cruz es propiedad de los que siguen viviendo a cuenta de ella. Instalados en el templo del poder, necesitan masas sumisas, que sostengan los diferentes tronos: los del Cesar y los de Dios. – Lo que sí parece claro es que los que humillan, esclavizan y se aprovechan del hombre, crucifican de nuevo a los Jesús de todo el mundo. Detrás de cada marginado, de todo enmudecido, y de cada esclavizado está Jesús.