Salmo LXXXIX
R/. Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación.
V/. Tú reduces el hombre a polvo,
diciendo: «Retornad, hijos de Adán».
Mil años en tu presencia son un ayer que pasó;
una vela nocturna. R/.
V/. Si tú los retiras
son como un sueño,
como hierba que se renueva
que florece y se renueva por la mañana,
y por la tarde la siegan y se seca. R/.
V/. Enséñanos a calcular nuestros años,
para que adquiramos un corazón sensato.
Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo?
Ten compasión de tu siervo. R/.
V/. Por la mañana sácianos de tu misericordia,
y toda nuestra vida será alegría y júbilo.
Baje a nosotros la bondad del Señor
y haga prósperas las obras de nuestras manos.
Sí, haga prósperas las obras de nuestras manos. R/.
Mil años en tu presencia son un ayer que pasó; una vela nocturna.
Ayer se enterró a un médico sobrino mío al que he querido y quiero como a un hijo. Recién jubilado de su puesto de trabajo. Me siento destrozado. ¿Por qué la vela de un viejo inútil dura tanto y la vida de un médico tan sabio y querido solo un ayer que pasó?
Enséñanos a calcular nuestros años para que adquiramos un corazón sensato.
Es sensato el corazón del que aprendió a medir lo que es el tiempo, sin miedo ni temores.
Luis Alemán Mur