Frase evangélica: «Quien no renuncia a todos sus bienes  no puede ser discípulo mío»

1. Jesús no promete el éxito en este mundo, ni tampoco lo exige. Las exigencias del  cristiano, según este pasaje de Lucas, consisten en el desprendimiento total y en la  renuncia a los bienes. Con un lenguaje paradójico, se dice que hay que posponer el mundo  familiar al amor de Cristo. También se habla, en lenguaje figurado cristiano, de «llevar la  cruz», es decir, de estar dispuesto a morir por la causa del reino. Y añade Jesús: «detrás de  mí», para aludir al seguimiento, al discipulado.

2. La renuncia a todos los bienes lleva consigo el desprendimiento incluso de afectos  legítimos. Pero, naturalmente, hemos de reflexionar, ponderar, examinar nuestra realidad  personal…: no se construye como es debido ni se combate con posibilidades de éxito si no  se conocen los propios efectivos.

3. El seguimiento de Cristo no puede depender de un impulso fácil, de un entusiasmo  superficial o de una corazonada irreflexiva. Conscientes de una jerarquía de valores, los  cristianos deben estar dispuestos a la renuncia por el seguimiento.

REFLEXIÓN CRISTIANA:

¿A qué renunciamos, de hecho, los cristianos?

¿Sabemos calcular bien nuestras propias fuerzas?