Domingo 16º del Tiempo Ordinario – Ciclo C


Lucas 10, 38-42:

EN aquel tiempo, al ir ellos de camino entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa.
Esta tenía una hermana llamada María, que, sentada junto a los pies del Señor, escuchaba su palabra.
Marta, en cambio, andaba muy afanada con los muchos servicios; hasta que, acercándose, dijo:
«Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola para servir? Dile que me eche una mano».
Respondiendo, le dijo el Señor:
«Marta, Marta, andas inquieta y preocupada con muchas cosas; solo una es necesaria. María, pues, ha escogido la parte mejor, y no le será quitada».

Palabra del Señor

“entró Jesús en una aldea”

“Marta y María vivían en Betania junto a Jerusalén (Jn 11,1) Lc silencia el nombre igual que había hecho en la unción de una mujer 7, 36-50. El mismo silencio sobre la escena de Jesús en Betania y la existencia de un grupo de discípulos se da en el resto del evangelio de Lucas.

Quizá la razón de ello habría que buscarla en un interés especial del autor de la obra Lucas-Hechos para presentar la unidad compacta de la comunidad de Jerusalén con la que al parecer no le cuadra el dato del grupo cristiano de Betania.

En todo caso el episodio refleja, probablemente, una práctica típica de la misión de Jesús. Se trata del grupo misionero, con Jesús a la cabeza, y el singular comienzo del relato: al ir ellos de camino, él (Jesús) entró. Según testifican otros textos evangélicos (Lc 8,1-3; Mc 15, 40-41; Mt 27, 55-56) ese grupo misionero estaba integrado también por mujeres. Una de esas misioneras habría sido María, hermana de Marta. Eso explicaría que la casa de Marta sirviera de lugar de hospedaje al equipo misional, en el que estaba su hermana María. Explicaría que se presente a María escuchando la palabra a los pies de Jesús, con vista a la transmisión misional. Y explicaría la reclamación de Marta: su reclamación se referiría al abandono permanente de María del servicio de la casa, para dedicarse al servicio de la misión itinerante. Según ese escenario, el episodio y las palabras de Jesús no contrastarían una vida contemplativa de escucha de la palabra y de oración, la de María, con una vida activa de servicio, la de Marta. Lo que contrastarían exactamente sería un a) servicio activo misional de proclamación y escenificación del acontecimiento del reino de Dios, la buena parte de María, con b) un servicio de acogida y de hospedaje de los misioneros, el trabajo de la agobiada Marta que tendrá que descubrir que el centro referencial, lo único necesario, es el acontecimiento liberador del reino de Dios”. (Comentario al Evangelio nota 44 de Lc, por Senén Vidal).

Para comentar un evangelio, es imprescindible dedicar tiempo estudiar bien el texto. No basta con la piedad que nosotros aportemos. El evangelio de hoy casi siempre fue interpretado como ejemplo de dos vidas diferentes: la contemplativa y la de acción.

Luis Alemán Mur.