Salmo XXI
R/ Dios. mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
Al verme, se burlan de mí,
hacen visajes, menean la cabeza:
«Acudió al Señor, que lo ponga a salvo;
que lo libre si tanto lo quiere». R.
Me acorrala una jauría de mastines,
me cerca una banda de malhechores;
me taladran las manos y los pies,
puedo contar mis huesos. R.
Se reparten mi ropa,
echan a suertes mi túnica.
Pero tú, Señor, no te quedes lejos;
fuerza mía, ven corriendo a ayudarme. R.
Contaré tu fama a mis hermanos,
en medio de la asamblea te alabaré.
«Los que teméis al Señor, alabadlo;
linaje de Jacob, glorificadlo;
temedlo, linaje de Israel». R.
Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
Son palabras del salmo. Pero son terribles en boca de Jesús.
Al verme, se burlan de mí:
«Acudió al Señor, que lo ponga a salvo; que lo libre si tanto lo quiere».
La descripción del Gólgota no puede ser más horrorosa. Y según sabemos, las burlas eran la venganza del Templo. Las semanas santas cristianas pueden ser una reparación del pueblo sencillo. Habría que vivirlas con mucha fe.
Luis Alemán Mur