Decía Bloch, “lo mejor de la religión es que crea heterodoxos”

Juan José Tamayo, 29 de noviembre de 2018

Tu vida y tu pensamiento demuestran que eres un intelectual que rompe esquemas (y algunos cráneos endurecidos), abres nuevos horizontes y propones alternativas donde parece que no hay salida o se cree que la salida es una sola

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Querido Leonardo. No voy a poder estar presente en el homenaje que se te tributa hoy con motivo de tu ochenta cumpleaños. Pero sí quiero estarlo a través de este mensaje solidario.

Durante los ochenta años de vida has hecho un fecundo itinerario que se bifurca en múltiples sendas: la experiencia religiosa, la teología, la ecología, la política, la academia, el púlpito, la cátedra, la foresta, la ciudad, los foros sociales, los foros mundiales de teología y liberación, los congresos de Amerindia, etc. “Caminante no hay camino, se hace camino al andar”, decía Antonio Machado. Tú has hecho camino al andar dejando huella por donde has pasado y sigues pasando. Y siempre desde el pensamiento crítico y heterodoxo, desde la experiencia de la ternura, del corazón, desde el amor a la Pacha Mama y desde el seguimiento de Jesús de Nazaret, el Cristo Liberador.

“Lo mejor de la religión -escribía Bloch en su libro El ateísmo en el cristianismo- es que crea heterodoxos”. Creo que tú eres un excelente ejemplo de este aforismo. Ahí radica tu creatividad en todos los campos de tu ser, del saber y del quehacer humano en los que has trabajado. Tu vida y tu pensamiento demuestran que eres un intelectual que rompe esquemas (y algunos cráneos endurecidos), abres nuevos horizontes y propones alternativas donde parece que no hay salida o se cree que la salida es una sola.

Te reconozco como uno de los teólogos más innovadores de la teología latinoamericana, que propones una ética centrada en las “virtudes para otro mundo posible”, en la construcción de una fraterno-sororidad eco-humana y de una teología del cautiverio y de la liberación.

En tu quehacer teológico has sabido compaginar ejemplarmente, durante cinco décadas, el rigor metodológico y la denuncia profética, otra manera de hacer teología y el compromiso político con los pobres de la tierra y con la naturaleza oprimida. El rigor metodológico lo demuestras con el recurso a la doble mediación de la teología de la liberación: socio-analítica y hermenéutica.

Utilizas la mediación de las ciencias humanas y sociales para un mejor conocimiento de la realidad, para descubrir los mecanismos de opresión que atentan contra la vida de los pobres y de la naturaleza y para liberar a la teología de su, quizá falsa, neutralidad social, de su, supuesta, neutralidad política y de su, sólo aparente, indiferencia ética.

Recurres a la hermenéutica, necesaria para el estudio y la interpretación de los textos fundantes del cristianismo y para no caer en el fundamentalismo, una de las manifestaciones más perversas de las religiones. A través de la hermenéutica analizas el pre-texto y el con- texto de dichos textos, descubres su sentido primigenio y preguntas por su significado hoy a la luz de los nuevos desafíos y de las nuevas preguntas que plantea la realidad.

Eres considerado, y con razón, uno de los principales cultivadores de la teología de la liberación (TL). A ella accediste a partir del impacto que te produjo el gran basurero que formaban las favelas de Petrópolis, donde llevaste a cabo un intenso trabajo socio-pastoral desde comienzos de la década de los setenta del siglo pasado. Tu reflexión teológica en clave liberadora nació, asimismo, de la necesidad de dar respuesta a las preguntas que te planteó un grupo de sacerdotes comprometidos con el mundo indígena de la selva amazónica hace ahora cinco décadas:

¿Cómo anunciar la muerte y la resurrección de Jesús a indígenas que están siendo exterminados y muriendo por las enfermedades de los blancos?

¿Cómo anunciar la buena noticia de la salvación a las poblaciones explotadas?

¿Cómo hablar de Dios inteligiblemente, y no de manera cínica, a personas indígenas que viven la experiencia de lo sagrado en contacto con la naturaleza?

Las experiencias vividas en el mundo de la pobreza extrema y de la marginación cultural y la necesidad de responder a las preguntas que surgían de ahí te llevaron a dedicarte por entero, profesional y vitalmente, a fundamentar la nueva metodología de la liberación.

La teología apenas ha mostrado interés por la ecología. Tú has llenado ese vacío llevando a cabo una reflexión teológica en perspectiva ecológica, que cuestiona la supuesta fuerza emancipadora del paradigma científico-técnico de la modernidad. Un paradigma selectivo, centrado en el ser humano, que ni es universalizable ni integral, ¡ni siquiera humano!

Como alternativa propones un nuevo paradigma en el que el ser humano no compite con la naturaleza, sino que está en diálogo y comunicación simétricos con ella, con relaciones de sujeto a sujeto, y no de sujeto a objeto. El ser humano y la naturaleza conforman un entramado de relaciones multidireccionales caracterizadas por la interdependencia y no por la autosuficiencia. Se establece, entonces, un pacto entre todos los seres del cosmos regido por la solidaridad cósmica y la fraternidad-sororidad sin fronteras, ni gremialismos o tribalismos. Es “la opción Tierra”, título de uno de sus libros más bellos.

“La razón no puede florecer sin esperanza. La esperanza no puede hablar sin razón” escribe el filósofo de la esperanza, Ernst Bloch. Razón y esperanza o, mejor, optimismo militante, docta spes, es lo que mejor define tú vida, tu personalidad, tu obra. A veces has sido acusado de utópico, acusación que comparto contigo sin darse cuenta nuestros acusadores de que esa acusación, más que un insulto, es un elogio. Como en el poema de Eduardo Galeano, la utopía te sirve para caminar, que no es poco teniendo las piernas tan quebradas. ¡Todo un milagro! El milagro de la esperanza y la utopía. Ad multos annos, Leonardo.

Tu amigo en la tribulación y la esperanza, Juan José Tamayo teólogo español de la liberación