Salmo CXXVII

R/. Que el Señor nos bendiga todos los días de nuestra vida

Dichoso el que teme al Señor 
y sigue sus caminos. 
Comerás del fruto de tu trabajo, 
serás dichoso, te irá bien.

Tu mujer, como parra fecunda, 
en medio de tu casa; 
tus hijos, como renuevos de olivo, 
alrededor de tu mesa.

Ésta es la bendición del hombre que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sión, 
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida.

Que veas a los hijos de tus hijos. 
¡Paz a Israel! R/.

Que el Señor nos bendiga todos los días de nuestra vida

Parece una exclamación simple devota, sin más trastienda.

Me parece un acto de fe profunda. De esa fe que llena y da sentido a una vida.

Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos

En el lenguaje bíblico “temer” a Dios es respetar a Dios. Quizá hoy el pecado social más evidente sea no respetar a Dios. Y por tanto tampoco se respete al hombre. Lo divino va ya siempre unido a lo humano. Esos son los caminos de Dios.

Que veas a los hijos de tus hijos. ¡Paz a Israel!

¡Gracias, Señor! ¡Me lo has concedido!

Luis Alemán Mur