Frase evangélica: «El que cree tiene vida eterna»

1. Jesús es criticado doblemente: 1) por usurpar el lugar de Dios, es decir, por afirmar que su humanidad tiene la plenitud del Espíritu; 2) por identificar su palabra y su propio cuerpo con el «pan bajado del cielo» o «pan de vida». Sencillamente, es considerado un hombre como los demás. De ahí que sus palabras y gestos susciten murmuraciones. Estas críticas proceden de quienes están faltos de fe.

2. También por falta de fe se desvía el significado de la eucaristía cuando se la convierte en algo mágico o milagroso que uno recibe individualmente para su propio provecho. Se ha tendido a centrar la eucaristía más en el estático sagrario que en la dinámica mesa compartida. Antes la denominábamos santísimo sacramento; hoy se prefiere emplear la expresión neotestamentaria cena del Señor (Pablo) o fracción del pan (Lucas). Pero siempre ha sido llamada eucaristía, que significa acción de gracias. No es mero maná milagroso divino, sino cordero de Dios, entregado hasta la muerte y que asimilamos en un banquete bajo las formas de pan y de vino santificados por el Espíritu.

3. Comer y beber en la eucaristía es asimilar la palabra, la obra y la persona de Jesucristo, es decir, su carne (su vida) y su sangre (su muerte). Sin la asimilación de Jesús y de su causa no hay plena vida. La fe en la eucaristía exige reconocer que ahí se encuentra el don de Dios, el amor sin límites al servicio de la plenitud personal y la construcción de una nueva sociedad.

REFLEXIÓN CRISTIANA:

¿Con qué actitud participamos en la eucaristía?

¿Es para nosotros un sacramento de fe?