Mensaje: FRATERNO SALUDO.
PARA PEDIR EL FAVOR DE ALGUNAS REFLEXIONES DE NAVIDAD; SOBRETODO PARA LOS DÍAS DE LA NOVENA.
MUCHAS GRACIAS.

Adviento a los 85 años. Vísperas de la llegada final.

Vivo la cercanía de aquel que va a venir. Final de una larga espera. Los “advientos” pasados han sido litúrgicos. Como forzados. Parte del teatro de la vida eclesial. Una voz grita en mi desierto: “Prepara el camino del Señor, allana sus senderos.”

No sé si ya tengo tiempo y fuerzas. Pero el encuentro sí merece la pena. Aprendí hace poco, muy tarde, que la única lección que tiene valor es encontrar en los demás el rostro del que va a llegar en la próxima Navidad. Trabajé mucho allanando senderos inútiles por los que nadie vendría y por los que a ninguna Navidad cristiana me llevarían. Si la vida de fe consistía en allanar senderos para el encuentro de la última y definitiva Navidad, me equivoqué. Ahora llego sin villancicos ni polvorones. No tengo mi cueva preparada.

Crucé varias veces el Jordán de orilla a orilla. Confesé muchas veces mis pecados. Me bautizaron muchos bautistas. Ya no sé si estoy en el desierto, o si crucé a la tierra de leche y miel o me quedé en un charco esperando al que me bautizará con Espíritu Santo.

Ahora, a dos días de mi llegada al final, me parece descubrir lo más sencillo: el que tiene que venir, ya está aquí. Me equivoqué o me equivocaron los dogmáticos y moralistas. Pienso que lo único importante es encontrar a quien ya está entre nosotros. Lo demás es para teólogos y demás sabios de este mundo.

El místico Juan del cuarto evangelio comienza con una intuición bellísima. Aquello de “El Verbo se hizo carne”. El proyecto de Dios se hizo realidad. Siglos y siglos tardó en cuajarse el animal en hombre inteligente y libre. Dios al crear tenía un proyecto: el más difícil, el más ilusionante: el hombre. Dios no “fabrica” nada terminado. De Dios proviene la vida. La vida es fuente de estrellas, de infinidad de soles y galaxias. La vida llevó siempre el secreto de un proyecto: el hombre. Tardó en fraguarse. Pero una noche, en lugar desconocido nació un bebé al que sus padres pusieron de nombre Jesús. Era el proyecto secreto de Dios hecho carne. Et Verbum caro factum est.

Lucas y Mateo consideraron conveniente rellenar el vacío de aquella noche y aquel lugar acudiendo como de costumbre a los profetas antiguos. Pero estos señores no conocían nada de lo que iba a venir. Marcos comienza con un Jesús en el Jordán, rio en el que comenzó la historia de Israel. Quedaba claro que Jesús traía una nueva vida para Israel y el mundo.

¡Señor, no sé qué queda de tu proyecto en este anciano de 85 años!

Luis Alemán Mur