A las puertas de mi último día ya tan cercano, recomiendo con ardor la lectura del breve y clarificador artículo de José Mª Castillo, que recogemos en la página de hoy: No a la religión del miedo.

Estamos tan habituados a tener miedo, que a más de uno le costará deshacerse de él. En concreto, yo nací en vísperas de la terrible guerra civil entre los españoles. Viví en una situación cuyas consecuencias he arrastrado como el que anda con un muerto en las espaldas. Si me costó mucho perdonar, más me cuesta aún olvidar. Yo debo mucho a la iglesia. Pero debo reconocer que la iglesia que viví era una iglesia del Franco dictador. Una iglesia con sus obispos, cleros y seminarios a rebosar. A mí, ese monstruo que entraba en los templos bajo palio, me hizo polvo desde los cuatro años.

Cómo pienso como Castillo que no existe el infierno, puedo decir como desahogo que Dios lo tenga en sus infiernos.

Lo malo es que aquella iglesia de Franco predicó el miedo en las masas. Y yo fui uno de la masa.

La muerte ya, para mí será el primer día de la Vida

Luis Alemán Mur