Eyacular casi todos los días reduce el riesgo de cáncer de próstata.

+Según un estudio que ha durado casi veinte años, el riesgo de próstata disminuye hasta un 22% en los varones de más de 40 años.


Vicente FernándezQuo” (QUO es la revista de divulgación más moderna del mercado. En sus catorce años de vida ha revolucionado el sector editorial,)

Cuentan las relaciones con otras personas, masturbándose o con poluciones nocturnas.

Se considera que el cáncer de próstata es el segundo que tiene más incidencia sobre la población masculina, después del de piel. Hay estudios, incluso, que afirman que uno de cada siete varones lo sufrirá a lo largo de su vida.

Pero, ahora un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Harvard, ha revelado una de las fórmulas para prevenirlo: eyacular al menos 21 veces al mes.

 

LO QUE DICE EL ESTUDIO

Los autores del estudio realizaron un seguimiento a unos 30.000 voluntarios masculinos, en el período comprendido entre 1992 y 2010. Los investigadores controlaron cuántas veces eyaculaban al mes, ya fuera teniendo relaciones con otras personas, masturbándose o con poluciones nocturnas. Y los resultados finales mostraron que los que lo hacían al menos 21 veces tenían menos riesgo de desarrollar tumores en la próstata.

El riesgo era un 19% menor en el caso de los varones jóvenes hasta los treinta años, y de un 22%, en el de los hombres que superaban la barrera de los cuarenta. Pero no solo eso. Los varones que eyaculaban por debajo de esa cifra tenían más riesgo de sufrir otros problemas de salud. Pero, por supuesto, tener pocas eyaculaciones mensuales era siempre mucho mejor que no tener ninguna.

 

TENEMOS DERECHO A PENSAR.

La moral católica sobre el sexo se fue fraguando y adueñándose del cristianismo hasta someter bajo sus dominios la dogmática, la liturgia, la cena del Señor, e incluso las traducciones bíblicas. Que le pregunten a Jerónimo el de la Vulgata. (Siglos IV-V) y a Orígenes con su bárbara automutilación (siglos III y IV) Con sus ejemplos, ambos demuestran que las interpretaciones erróneas de los libros sagrados hacen más daños a la iglesia que las herejías declaradas.

Corremos tiempos en los que la sociedad y el pueblo cristiano exigen a la Iglesia una profundísima renovación de su pensamiento. No solo en la dimensión sexual, que ha sido y es capítulo dominante de la moral. Aunque sí sobre todo en ella. Y la obsesión por el sexo ha sido un serio obstáculo para encontrar y vivir el núcleo radical de lo cristiano. El sexo ha multiplicado de confesionarios las iglesias; ha amargado la vida de multitud de mujeres y hombres; ha fomentado el abandono de la mesa del Señor; ha sembrado de miedo la hora de la muerte; ha convertido los sacramentos y al clero en secta farisaica;

Sin embargo en el Nuevo Testamento no se menciona ningún tema relacionado con la sexualidad. Se deja a la discreción personal pues el que sigue a Cristo busca la integración y madurez personal.

Pero cuando llegó el momento de convertir la iglesia del Señor en institución esa institución utilizó la sexualidad, (lo más íntimo de la persona), como instrumento de control del pueblo, arma de represión y sumisión ciega convirtiendo al pueblo en súbditos sometidos al nuevo tipo de jerarquía inventada. Haciendo de la castidad un voto para aquellos elegidos que consagraban su vida a ese Dios eclesiástico distinto de aquel que en la creación dio el visto bueno al ser humano y vio que era bueno.

Todo este enfoque originó el desarrollo de una espiritualidad deshumanizante origen de una hipocresía, fuente del desprestigio de nuestra iglesia heredada.

 

¿HABRÁ ALGUN PAPA CAPAZ DE CAMBIAR ESTO?

Sinceramente creo que no. En concreto, este Francisco de ahora presenta dos dificultades para triunfar: Primera. No creo que su teología personal esté preparada. Segunda. La curia, que tiene de hecho tanto o más poder que él, no le dejará. Y en último término, esa santa curia de armiño y largas colas acudiría al sacrosanto Té nocturno, de eficacia demostrada.

Puede que la Iglesia Institución esté llamada al fracaso. Por lo visto, Dios se las arregla bien con los fracasos de los hombres.

 

Luis Alemán Mur