Tema de predicación: EL TEMOR DE DIOS

1. Llamamos «temor» o «miedo» al malestar que nos produce la amenaza de un mal inminente o cercano que cuesta evitar o que es inevitable. El miedo nos hace sentir inquietud, preocupación y confusión. A veces nos paraliza y nos produce depresión. Llenos de miedo, no obramos con entera libertad. Lo contrario del temor o del miedo es la valentía y la decisión. En muchas ocasiones hemos sido educados en un temor «servil» (miedo a los padres, a los maestros, a los patronos, a Dios…) y no en un temor «filial» o amoroso, que es temor saludable. Tenemos miedo a la verdad (a decirla o a vivirla) y a arriesgarnos por los otros (buscamos seguridad y comodidad).

2. Para educar a los discípulos, Jesús les hace ver qué temores deben desterrar y qué es lo que deben temer. Con un criterio previo: nada debe quedar oculto, puesto que todo se revela ante Dios y llegará un día a revelarse totalmente. Jesús les dice que no teman a ningún ser humano, porque nadie tiene el poder total, salvo Dios. Cabe experimentar temor ante lo tremendo de Dios, aunque atemperado por este criterio básico: Dios vela por todas sus criaturas; Dios es fascinación. En el evangelio tienen temor y quedan fascinados Zacarías, María, José y los pastores en el nacimiento de Jesús; los testigos de algunos signos extraordinarios de Jesús; y los discípulos de primera hora al ver al Señor caminar sobre las aguas y cuando pescan con abundancia. Incluso el Jesús resucitado infunde miedo a las mujeres testigos.

3. San Pablo exhorta a menudo a mantener ambas cosas: el temor y la falta de temor. De un lado, no hay lugar para el temor, ya que el discípulo tiene al Espíritu de Dios; de otro, hay que llevar a cabo la obra del Señor en el mundo con temor y temblor. Lleno de miedo estuvo muchas veces Pablo. También lo estamos nosotros. Precisamente la santificación se lleva a cabo en el santo temor de Dios. Todo lo resume san Juan en esta frase: «En el amor no existe temor; al contrario, el amor acabado echa afuera el temor, porque el temor anticipa el castigo; quien siente temor aún no está realizado en el amor» (1 Jn 4,18).

REFLEXIÓN CRISTIANA:

¿Cómo es el temor que le tenemos a Dios?

¿Somos discípulos llenos de miedo?

En el fondo, ¿qué es lo que nos da miedo?