Domingo 30º del Tiempo Ordinario – Ciclo C


Evangelio Lucas 18,9-14:

En aquel tiempo, a algunos que, teniéndose por justos, se sentían seguros de sí mismos y despreciaban a los demás, dijo Jesús esta parábola: «Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, un publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior: “¡Oh Dios!, te doy gracias, porque no soy como los demás: ladrones, injustos, adúlteros; ni como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo.” El publicano, en cambio, se quedó atrás y no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo; sólo se golpeaba el pecho, diciendo: “¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador.” Os digo que éste bajó a su casa justificado, y aquél no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.»

Palabra del Señor

Es imprescindible conocer la sociedad en la que nace, vive y muere Jesús el histórico si es que pretendemos conocer al Jesús de nuestra fe y su mensaje. Tan glorioso, tan resucitado, tan Hijo de Dios, tan segunda persona de la Trinidad que nosotros mismos los cristianos lo fuimos convirtiendo en un extraterrestre. Y su doctrina tan divina que se hacía imposible al menos a los sencillos a quienes iba dirigida Mt 11,25.

Jesús el de Galilea creció y se hizo en medio de problemas equivalentes a los nuestros: la marginación, ideologías opresoras, nacionalismos, cultos alienantes etc. Las reacciones de Jesús no se las dieron prefabricadas desde el cielo. Las aprendió en las calles y caminos. Sus maestros fueron los leprosos, la mujer siro fenicia, los publicanos, los fariseos. Quien no conozca la Palestina de tiempos de Jesús, difícilmente entenderá a Jesús.

«Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, un publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior: “¡Oh Dios!, te doy gracias, porque no soy como los demás: ladrones, injustos, adúlteros; ni como ese publicano
Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo.” Los fariseos (Los separados). Una secta de mayoría seglar. Seguidores absolutistas de la Ley religiosa como única salvación. En tiempos de Jesús unos 6.000.

El publicano, en cambio, se quedó atrás y no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo; sólo se golpeaba el pecho, diciendo: “¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador.” Publicano (el recaudador de impuestos) Es pecador porque maneja dinero sucio, moneda pagana, y además calcula la cantidad a cobrar. Cuando cumple objetivos el sobrante es para él. La sociedad está dividida en buenos y malos. Jesús se sitúa del lado de los malos. Los “buenos” le persiguieron desde el principio: siempre fue sospechoso. Su concepto de lo bueno y lo malo ponía del revés a la sociedad. Primero la judía. Su evangelio divulgado aún no ha triunfado.

Luís Alemán Mur