Palabra de moda. Pero palabra muy antigua. Que se lo pregunten a los ciudadanos de la India. Gandhi fue doctor en castas.

Hoy, en España, se ha desempolvado esta palabreja para enjaular en manadas a los políticos. La casta política se diferencia claramente del resto de los humanos. Por lo visto es una casta enfermiza, atacada por el virus de la corrupción. Y la corrupción es más difícil de erradicar que el sida. El primer tratamiento es no mezclarse con la casta. Si quieres ser político, sal de la casta. Si quieres ser juez, sal de la casta, si quieres ser obispo cristiano, sal de la casta. Si entras en el redil del poder corres el peligro de coger el sida de la corrupción.

En el Vaticano la casta se concentra en los llamados Cardenales. Una casta muy vieja que viene desde muy antiguo. Hoy son el gran obstáculo de la Iglesia. Hay algunos muy pocos que conservan la virginidad evangélica. Pero la mayoría parece estar beodos de reverencias y adulaciones. ¡Pues no se han creído, los muy memos, que el cardenalato los hizo más sabios, más santos!

Al cardenal Burke: DE LA COFRADÍA DE LA LARGA CAPA, lo han tenido que nombrar presidente de la Soberana Orden Militar de Malta, con la finalidad de sacarlo de la Curia vaticana.

Ya señalamos una mini-galería de Príncipes de la caspa: El Vaticano invadido por una peste de traición.

Müller, Caffarra, De Paolis, Brandmüller y Burke

A estos habría que añadir los nombres de nuestro Rouco, el bien instalado o los aún mejores instalados que él como Sodano (en buen chalet a las afueras de Roma) o Tarcisio Bertone, el salesiano en un ático de dos plantas y terraza por encima del Vaticano.

Hay algunos que además de casta tienen una cara llena de caspa que se la pisan.

Y además se dedican a criticar a Francisco.

Luis Alemán Mur