Domingo 4º del Tiempo Ordinario Ciclo B

(EXISTEN VERSIONES DESCARGABLES EN https://www.luis-aleman.info/historico-evangelio/)

Mc 1, 21-28

Jesús y sus discípulos entraron en Cafarnaún, y cuando el sábado siguiente fue a la sinagoga a enseñar, se quedaron asombrados de su doctrina, porque no enseñaba como los escribas, sino con autoridad.

Estaba precisamente en la sinagoga un hombre que tenía un espíritu inmundo, y se puso a gritar: «¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios.»

Jesús lo increpó: «Cállate y sal de él.»

El espíritu inmundo lo retorció y, dando un grito muy fuerte, salió. Todos se preguntaron estupefactos: «¿Qué es esto? Este enseñar con autoridad es nuevo. Hasta a los espíritus inmundos les manda y le obedecen.»

Su fama se extendió en seguida por todas partes, alcanzando la comarca entera de Galilea.

Se quedaron asombrados de su doctrina, porque no enseñaba como los escribas, sino con autoridad. “Enseñar con autoridad” “No como los escribas”. Da la impresión de que aquí está el núcleo de este evangelio. Se suele decir que el evangelio, aunque no sea una ciencia, presupone una ciencia. Porque si no es una ciencia se convierte en fábula. De ahí que el cristianismo hubo que pasarlo por Grecia para adquirir la categoría de ciencia. Esa misma razón hizo los escribas se convirtieron en maestros especialistas de la Torá. Pero tanto los filósofos griegos, que no entendieron ni la Cruz ni la resurrección, los escribas no entendieron el sentido de la Ley. Ninguno llegó a entender ni a Dios ni a Jesús. La Iglesia no se puede convertir en una Universidad. El mensaje evangélico es otra cosa. Por ejemplo, el papa Francisco quiere predicar ante todo el evangelio. Las encíclicas serán necesarias. Pero mucho más el evangelio. Y puede que el mundo tenga más hambre de evangelio que de estudios académicos. En la historia del cristianismo ha habido un superávit de encíclicas y un déficit de evangelio. Hoy, un grupo de Cardenales y algunos intelectuales creyentes o ateos señalan con su dedo a Francisco: “¿Qué es esto? Este enseñar con autoridad es nuevo”.

Hay quienes opinan que la Iglesia de Roma no tenía y ni tiene un déficit de encíclicas sino de evangelio. Pero también hay profesores y escribas a los que si no les das una encíclica, se pierden o se aburren con el evangelio. Sin Trento o sin encíclicas, no saben ser profesores. Estudiar a Jesús de Nazaret, sus parábolas, su forma de vivir, su forma de partir el pan, el pelaje de sus amigos y amigas es necesario para enseñar con autoridad. La historia nos dice que murió. Pero nuestra fe nos asegura que vive entre nosotros. Su forma de enseñar no ha muerto. No inventemos otro Jesús de Nazaret distinto.

Luis Alemán Mur