30 nov. Domingo 1º de Adviento -Ciclo B

Mc 13,33-37

«Mirad, vigilad: pues no sabéis cuándo es el momento.

Es igual que un hombre que se fue de viaje y dejó su casa, y dio a cada uno de sus criados su tarea, encargando al portero que velara.

Velad entonces, pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa, si al atardecer, o a medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer;

No sea que venga inesperadamente y os encuentre dormidos. Lo que os digo a vosotros lo digo a todos: ¡Velad!»

“Mirad, vigilad: pues no sabéis cuándo es el momento”. Es consustancial a la vida humana. Es decir, nunca sabremos cuándo será el último día. Quizá lo peor para el hombre sea vivir sin pensar que habrá un último día. El tiempo tiene la magia de ser muy lento y muy fugaz a la vez. La vida para un recién nacido se presenta como algo insoportablemente larga, y al final de sus años, esa misma vida se escurre del corazón como el agua entre las manos. Pero ni al principio ni al final se sabe cuándo es momento.

“Es igual que un hombre que se fue de viaje y dejó su casa, y dio a cada uno de sus criados su tarea” Huele a parábola de los talentos. De nuevo “ese hombre que se fue de viaje y dio a cada uno de sus criados su tarea”. Para Jesús que cuenta la parábola, no es él mismo. Ese hombre representa la figura de Dios dueño de la casa que es el mundo. Es decir, el mundo que para Jesús quizá solo sea la tierra, queda en manos de los hombres. La tierra ha quedado en manos de los hombres. ¿Cómo estará la casa (la tierra) cuando venga el dueño de su viaje?

Velad entonces, pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa, si al atardecer, o a medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer;

Sea el viaje es lento para muchos o fugaz para otros, el peligro es que el hombre olvide al dueño. Y olvidar al dueño cambia el sentido de la historia y del universo. La vida sin la espera de ese hombre que está de viaje puede ser insoportable.

“No sea que venga inesperadamente y os encuentre dormidos”. Dormir en sentido evangélico es estar ausente de la realidad presente. Y Ausente del futuro. Drogado por el egoísmo.

“Lo digo a todos: ¡Velad!”. La mera forma de vivir, aguantar, amar, trabajar puede ser un recuerdo a todos de que velen y esperen.

Luis Alemán Mur