Frase evangélica: «¿Qué hacemos nosotros?»

1. Tres veces repite Lucas una misma pregunta formulada por «la gente», por «unos publicanos» y por «unos militares»: ¿Qué hacemos? No se pregunta lo que hay que pensar, ni siquiera lo que hay que creer. El Evangelio pretende que el oyente de la palabra de Dios se convierta, es decir, que su conducta y su comportamiento estén de acuerdo con la justicia que exige el reino. La buena noticia entraña una exigencia nítida: los que tienen bienes o poder deben compartirlos con los que no tienen nada o son más débiles. Gracias a esta conversión, los pobres y menesterosos son iguales a los otros. En realidad, los pobres no preguntan, sino que están en «expectación». Preguntan, o deberían hacerlo, los que tienen dinero, cultura, poder…

2. La conversión es un cambio de conducta, más que un cambio de ideas; es tránsito de una situación vieja a una situación nueva. Convertirse es actuar de manera evangélica. El evangelio nos invita a una «conversión al futuro» que se despliega en el reino: no es mirar y volverse atrás. El futuro (que es Dios y su reino) es la meta de la llamada a la conversión. Convertirse es pasar de la no fe a la fe, lo cual incluye el paso de la no justicia a la justicia.

3. La tentación para no convertirse es quedarse en una búsqueda incesante o contentarse con preguntar sin escuchar verdaderas respuestas. Según el Bautista, la conversión exige «aventar la parva» (seleccionar o elegir), «reunir el trigo» (ir a lo medular y no andarse por las ramas) y «quemar la paja» (echar por la borda lo inservible o lo que nos inmoviliza).

4. Este domingo se denominó tradicionalmente domingo «gaudete», o de la alegría. Por dos veces nos dice Pablo que estemos alegres. Alegres por la venida del Señor, por la celebración próxima de la Navidad, por mantener la esperanza, por situarnos en proceso de conversión y por compartir con los hermanos la cena del Señor.

REFLEXIÓN CRISTIANA:

¿Por qué nos cuenta tanto convertirnos?

¿Estamos contentos de ser cristianos?