En el Vaticano no sólo se preocupan por la Fe, sino que o sienten miedo por la fe que dicen que falta, o por la fe que otros muestran. La fe da miedo cuando se pierde o cuando otros actúan por fe.

 

En el año 1968 K. Rahner escribía o predicaba sobre la fe a los sacerdotes. El Concilio había revuelto más cosas de las que la sociedad civil o clerical estaba dispuesta a digerir.

 

“No tiene nada de extraño que el alto y bajo clero de una sociedad eclesial se resista tenazmente a abandonar sus antiguas formas de pensar y comportarse, y que difícilmente encuentre el nuevo lenguaje con el que debe anunciar hoy el eterno Evangelio. Pero debe hacerse nueva teología. Nuevas formulaciones son la única garantía de la permanencia y comprensión actual de lo que antes se creía y vivía en la misma Iglesia”

 

“Si la teología se compromete verdaderamente en esta difícil tarea, el pluralismo de direcciones y escuelas teológicas es hoy inevitable. Y lo contrario: si no hace una nueva teología, sería un signo de la muerte de la fe, en la Iglesia”

 

Esto lo reflexionaba el año 1968. “Reinaba” Pablo VI, con más miedo a la Curia del Vaticano que al mundo. Diez años después, 1978, con la entrada en escena de Wojtyla, se cortaba cualquier apertura de la teología católica. Wojtyla y Reagan organizaron el mundo, pero la Iglesia Católica quedó paralizada. Se persiguió todo intento de nueva teología. Hoy se sufren las consecuencias: “un signo de la muerte de la fe, en la Iglesia”.

 

El 12 de febrero de 1984, mes y medio antes de morir, Karl Rahner teólogo dogmático al clausurar un Congreso de la Diócesis de Friburgo, vinculaba teología y experiencia. Es decir, la teología por muy especulativa que sea tiene que fecundarse con la experiencia humana porque en realidad la teología sirve si sirve a lo humano.

 

Salvar los dogmas no es salvar la fe. Una catedral de dogmas puede ser un cementerio.

 

Por no haber hecho una teología nueva para tiempos nuevos que nos tragan como tsunamis, nos tememos que esta Iglesia que construyó con tanta ligereza, infiernos, purgatorios, poderes eclesiásticos, leyes y moralidades ajenas al Evangelio se pueda quedar no sólo sin funcionarios y masas renovadas, sino que cabe pensar que su mega estructura se vacíe incluso del Dios de Jesús.

 

El contenido de nuestra fe es muy antiguo. “Se sentó y se le acercaron sus discípulos. Él tomó la palabra y se puso a enseñarles así:

 

Dichosos los que eligen ser pobres, porque sobre ésos reina Dios.

Dichosos los que sufren, porque ésos van a recibir el consuelo.

Dichosos los sometidos, porque ésos van a heredar la tierra.

Dichosos los que tienen hambre y sed de esa justicia, porque ésos van a ser saciados.

Dichosos los que prestan ayuda, porque ésos van a recibir ayuda.

Dichosos los limpios de corazón, porque ésos van a ver a Dios.

Dichosos los que trabajan por la paz, porque a ésos los va a llamar Dios hijos suyos”.

 

Eso es fe de cristiano. Mientras exista esa forma de creer hay Fe en el mundo.

 

Luis Alemán Mur