1. Jesús sitúa las exigencias del seguimiento a partir de un segundo anuncio de la Pasión, que los discípulos siguen sin entender, porque discuten acerca de «quién es el más importante». No comprenden el sentido de la cruz ni el protagonismo de los últimos. Precisamente en la cruz se hizo Jesús el último, y en la resurrección pasó a ser el primero. Los discípulos se resisten a aceptar una comunidad en la que los primeros criterios son el servicio y la humildad. Con estas actitudes se sirve a los niños.

2. La llegada del reino trastoca los esquemas del mundo, siempre proclives a encumbrar al primero y a menospreciar al último, en virtud de la vanidad, el orgullo y la ambición. Los menores, es decir, los pobres y marginados, tienen en la comunidad nueva una relevancia inusitada, porque son sacramento desconcertante de Dios. La comunidad cristiana se diferencia de cualquier otra comunidad por estos criterios operativos evangélicos. Por eso la acogida a los menores es acogida cristiana, y la opción por los pobres es criterio fundamental de la Iglesia.

3. El seguimiento de Jesús entraña incomprensión y persecución. Jesús fue «entregado en manos de los hombres», es decir, manipulado. Tiene conciencia de que se dirige al encuentro de una muerte violenta. Constantemente, a lo largo de la historia, los justos sufren afrentas, los profetas son perseguidos y los mártires padecen una muerte violenta.

REFLEXIÓN CRISTIANA:

¿Aceptamos los sufrimientos inherentes a una vida cristiana? 
¿Por qué queremos ser siempre los primeros?