Por el bien de la Iglesia, ‘deje atado y bien atado’ el tema de su sucesor

¡Apresúrese, papa Francisco!


Así, en directo, -“en salida”- , y vertical y horizontalmente –”sínodo”- y como al papa le gusta, y suele expresarse con relativa frecuencia, me decido a hacer públicas estas sugerencias, eco fiel de otras tantas como hoy se fraguan y se viven en la Iglesia y por esos “mundos de Dios”.

Sí, papa Francisco, apresúrese y lleve a cabo cuanto antes -mejor mañana, que pasado mañana-, la reforma que precisa la Iglesia para parecerse bastante más a la idea que Jesús tuviera de ella, que a esta otra que padecemos y nos hacen padecer con formulaciones hasta para- dogmáticas en muchos casos. De esta, hicieron huir los santos evangelios, en multitud de capítulos, mientras que canonizaron los preceptos, las “dignidades” y, en definitiva, al poder humano o divino, de sus considerados y denominados administradores y representantes de Dios en la tierra, fruto de su propia elección y del Espíritu Santo, tal y como se redacta en las actas oficiales..

Usted, papa Francisco, les resulta incómodo -incomodísimo- a no pocos “católicos, apostólicos y romanos” y más a los pertenecientes del “Alto y bajo” clero, “pringados”-“que se dejan engañar fácilmente”- , afectados por los títulos y privilegios no solo vida, sino también en la otra.

Quienes, jóvenes y mayores, siguen el ritmo eclesial de acuerdo con las doctrinas y comportamientos pontificios a pobres y desamparados, ni quieren ni pueden saber nada de lo que es hoy la Iglesia-institución. A esta no le concedería el “placet” Jesús, resultando poco explicable que, por timidez reverencial , no se echaron ya a la bendita calle a aclamarle a usted una y otra vez , que es el verdadero -papa-padre que precisa hoy la Iglesia, y cuya orfandad adelantaría el apocalipsis anticipado ya apostólicamente por san Juan.

Pero la vida es la vida. Es decir, también es la muerte. Y la edad media que vivieron los papas desde el Renacimiento ¡Reforma!- hasta los tiempos recientes, se halla en los alrededores de los 72 años. No sé si estos son pocos o muchos, pero lo que sí se sabe es que los últimos años de la mayoría de estos papas no fueron vividos ni regidos por ellos mismos, a consecuencia de sus achaques, sino por sus adláteres curiales, y no solo clérigos, sino laicos y laicas.

Con las reformas tan tímidas, y en letras pequeñas, que usted hasta el presente ha pretendido plantear el tema de la sucesión en la cátedra de san Pedro, se presiente que antes de su muerte o de su retiro se vuelvan a tachar estilos de comportamiento y doctrinas propias del Vaticano II que usted encarna y hace perdurar, con vueltas gloriosas y reivindicadoras al Concilio de Trento convocado por el emperador “Carlos I de España y V de Alemania”, y sus poderes temporales, con visos y formas de cánones “religiosos”.

Usted, papa Francisco, habrá de “dejar atado y bien atado”, y por el bien de la Iglesia, todo cuanto atañe a su sucesión personal por la muerte, por la jubilación o retiro, o por cualquier otra causa. Estas causas son imprevisibles, aun dejando de lado misteriosas corazonadas –”lo que se presiente o intuye”, piísimos presagios y adivinaciones monjiles en apariciones de procedencia indefectiblemente dudosas.

Tal y como se ponen las cosas -las coronavíricas y de las otras- la vuelta a las misas, en latín y de espaldas al pueblo- ¡siempre en contra o al margen del mismo!-, la clericalización, el nacional-catolicismo, las cruzadas y sus bulas, las guerras de religión, los “guerrilleros de Cristo Rey”, el infierno, el mundo, el demonio y la carne” y el concepto radical y bíblico (¿?) de la mujer -“pecado y objeto y sujeto del mismo”-, llaman otra vez, y en exclusiva, a las puertas de la eclesiología, con urgencia, liturgia, y cuantos anatemas puedan serles aplicados a quienes, aburridos y des-evangelizados, abandonaron los templos, comenzando por los más pobres y necesitados.

Y ahora, y con confianza, le refiero la siguiente anécdota tomada de RD; en cuyas páginas se halla usted literalmente presente con gozosa, esperanzadora y fiable frecuencia:

Uno de los más fieles seguidores de mis escritos, me propina reiteradamente el obsequio de llamarme “viejo, repugnante (sic) y hereje” (Se firma Hermenegildo, que por cierto en los ascendentes semánticos germanos significa “animalucho” o despectivo de animal). Otro colega suyo, quién además se firma “Franco” y con la mascarilla patriótica de la bandera de España, completa la jaculatoria, tal vez indulgenciada por algunos, señalando que “el problema grave no es Aradillas, sino quien está y es obispo de Roma, con cuyo obispo, el papa Francisco, está de acuerdo y al que ha defendido y defiende en RD y en sus libros.

Pensar así, “en el nombre de Dios”, siguiendo órdenes e instigaciones indulgenciadas de parte de la Curia Romana, es como para tomárselo en serio… Lo de la etimología de “Hermenegildo” no me preocupa personalmente en exceso. Allá cada cual con su nombre y con su seudónimo.

Tal y como hoy siguen “mandando los cánones”, la consistencia de la reforma del papa Franciscopor lo que respecta a su sucesor, está muy en el aire.