DIOS COMO PADRE PERMANECE SIEMPRE AL ACECHO

VIERNES, SÁBADO SANTO Y DOMINGO DE RESURRECCIÓN


Dos frases de Jesús en su pasión, además de auténticas, parecen negras y contradictorias entre sí:

Dios mío, Dios mío ¿por qué me has abandonado?

En tus manos deposito mi espíritu

Dios estuvo siempre al acecho en el nacer y en el crecer de aquel galileo. La historia de los hombres se jugaba mucho en la Historia de aquel hombre.

Es difícil saber si él supo alguna vez quién era y sobre todo quien iba a ser. Parece cierto que siempre tuvo fe en Dios como Padre.

Hasta creemos que fue su madre la maestra.

No fue rico, sino pobre

Su muerte fue durísima. Fue entonces cuando su Dios apareció como un Dios siempre al acecho.

Dios mío, Dios mío ¿por qué me has abandonado? Fue entonces como nunca cuando brillo su enorme fe: En tus manos deposito mi espíritu

No quiero ser ni parecer pretensioso si comparo mi vida con la de Jesús el galileo. Pero no cabe duda que mi infancia fue mucho más dura que la de él, a mí me salvó la fe de una madre. Puedo decir que en una vida tan complicada como la mía el buen Dios ha estado siempre al acecho.

Ahora en mi vejez mi fe también brilla: En tus manos deposito mi espíritu.

No he creído mucho en los ángeles, pero tú me has enviado ángeles que me ayuden a morir.

Confío. Mi esperanza está en que después de morirme me encuentre con la iglesia de los que siempre han creído en ti.

Luis Alemán Mur