Domingo 4º de Cuaresma – Ciclo B

Juan 3,14-21:

En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo: «Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna. Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios. El juicio consiste en esto: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra perversamente detesta la luz y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras. En cambio, el que realiza la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios.»

Palabra del Señor

El evangelio de Juan se escribe a fines del siglo I y comienzo del siglo II (ya en contacto con la gran iglesia. En los comienzos, cada comunidad de creyentes en Jesús se autodenominaba “iglesia” lo que era bello. Pero empezó a ser peligroso por la variedad de “credos” que desunían. Fue conveniente el nacimiento de la Iglesia grande que en su evolución terminó en la Iglesia Católica de Roma que ha dominado en la historia de occidente. La visita de Francisco a Irak es un bello y audaz capítulo dirigido por el Espíritu Santo.

 

Así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna.

 

No en la eternidad. Es nuestra historia la que necesita salvarse.

 

Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.

 

“Su hijo”, no vino del Cielo. Vino de un pequeño pueblo casi desconocido llamado Nazaret. Hemos de cuidar mucho los términos PADRE e Hijo.

Enviar no es “viajar” desde el Cielo.

El lenguaje humano y el misticismo nos han hecho daño para hablar de Dios.

 

El que realiza la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios.

 

 

Luis Alemán Mur