Frase evangélica: «La lepra se le quitó inmediatamente y quedó limpio»

1. La Biblia no describe nunca la enfermedad o la curación desde un punto de vista médico, sino desde un plano religioso.

La enfermedad, la injusticia y la muerte son consecuencia del pecado. Por eso los profetas describen los pecados del pueblo como una enfermedad. La enfermedad aparece como una maldición, y la curación como una gracia y una bendición. Pero la voluntad de Dios no es la muerte del pecador, sino su conversión y su vida. Las promesas escatológicas de los profetas indican que los tiempos mesiánicos serán de perdón y de curación. El Siervo de Dios, el Justo, cargará con todas nuestras enfermedades.

2. El ministerio de Jesús está repleto de curaciones; los enfermos se le acercan para ser curados. Especialmente significativas son las curaciones de los leprosos, porque su enfermedad era entonces incurable. Cristo es, pues, el verdadero donador de salud y de vida.

3. Pero siempre hay una relación entre curación, perdón y fe. La curación de un enfermo es símbolo de una sanación más profunda. Antes de su muerte, Jesús envía a los apóstoles a predicar y curar. Después de la resurrección los envía a predicar y bautizar. Las curaciones son signos de la resurrección, actualizada en los gestos del bautismo y de la eucaristía. La enfermedad, siempre presente en la historia humana, tiene valor de redención: se asocia al aspecto doloroso del misterio pascual, mientras que el aspecto glorioso viene representado por la curación. Al final se manifestará plenamente la vida. En la Jerusalén celestial no habrá ni pecado ni enfermedad.

REFLEXIÓN CRISTIANA:

¿Qué actitud tenemos ante los milagros?

¿Cómo nos relacionamos con Dios cuando estamos enfermos?