Domingo, del Bautismo del Señor – Ciclo B

Marcos 1,7-11:

En aquel tiempo, proclamaba Juan: «Detrás de mí viene el que puede más que yo, y yo no merezco agacharme para desatarle las sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo.»
Por entonces llegó Jesús desde Nazaret de Galilea a que Juan lo bautizara en el Jordán. Apenas salió del agua, vio rasgarse el cielo y al Espíritu bajar hacia él como una paloma.
Se oyó una voz del cielo: «Tú eres mi Hijo amado, mi predilecto.»

Palabra del Señor

“Detrás de mí viene el que puede más que yo, y yo no merezco agacharme para desatarle las sandalias”.

Se trata del agente mesiánico de Iahvé que viene con un plan definitivo de transformación del pueblo. Eso es lo que significa el bautismo con Espíritu Santo Se oyó una voz del cielo: «Tú eres mi Hijo amado, mi predilecto.»

“Mi predilecto”: A ti, te he elegido. Se trata de Jesús, un total desconocido que venía de Nazaret.

A quien Juan lo bautizara en el Jordán.

Un israelita más. No de Jerusalén. Es la base del relato del bautismo de Jesús. Así se unen la historia de Juan y Jesús. En los inicios de las comunidades cristianas hubo cierta tensión entre los discípulos de Juan con los de Jesús. Los evangelistas aclararon esas rivalidades.

Juan levantó una fervorosa expectación entre el pueblo. Un pueblo que desde antiguo esperaba la venida de un mensajero mesiánico. La revelación celeste es el argumento fundamental del evangelio de Marcos. No el bautismo sino lo que le dijeron desde el cielo: Se oyó una voz del cielo: “Tú eres mi Hijo amado, mi predilecto”

Aquí comienza la vida de Jesús como mensajero de Iahvé. Hoy es el día de la epifanía. Todos los acontecimientos son como la revelación celeste que Jesús recibe al salir del agua.

El bautismo que recibimos al nacer es como un eco sacramental que recibe la familia para que cuando vayamos creciendo nos vayan haciendo cristianos.

Luis Alemán Mur