Nunca guardéis vuestras flores y vuestras lágrimas para mi muerte.

Las necesito ahora

Ahora me gustan todas las margaritas del campo, los geranios de Granada.

Una lágrima vuestra por mí, ahora, es como una transfusión de sangre.

Cuando muera, no lloréis ¿para qué derramar vida en tierra seca?

¿Para qué los tulipanes de Holanda o los claveles de invernadero?

Es ahora cuando os necesito.

Me muero por una lágrima.

Vuestras flores huelen a vida.

Escayola para tapar grietas imposibles y viejas: eso son las visitas a los muertos.

Para llorar lo que antes no se lloró, para amar a destiempo.

No guardéis vuestras flores y vuestras lágrimas para mi muerte.

Las necesito ahora.

Después, yo ya no quiero geranios, ni orquídeas, ni llantos.

Si lloráis después, llorareis por vosotros, no por mí.

Y esas flores no taparán ninguna grieta.

Vuestros recuerdos os harán más daño a vosotros, que ahora a mi, mi soledad.

Luis Alemán Mur