No sabré decirte qué es eucaristía. No sabré qué es misa. Pero sí sé que lo que ocurre los domingos en las Iglesias no tiene que ver con lo que Jesús mandó hacer o hizo con sus amigos.

No te sabré explicar lo que es sacramento. Pero lo que hacen los curas en todas las Iglesias todos los días es más un rito, una brujería, que una fuente de vida.

No sé si Dios me tiene que perdonar, o soy yo el que tiene que perdonar a Dios. Pero lo que sí sé es que lo que ocurre en esos quioscos llamados confesionarios, tiene de todo – pornografía, angustia, masoquismo, egoísmo, hechicería…-. Todo, menos perdón.

No sé si Dios pensó, alguna vez, tener una Iglesia aquí abajo en la tierra. Pero de lo que no me cabe la menor duda es que nos estamos engañando.

Ya me cuesta creer – aunque lo creo firmemente –que Dios amó tanto al mundo que nos dio a Jesús. Pero me cuesta mucho más creer – y no lo creo –que Dios haya sido el organizador de eso que llaman Iglesia Católica, Apostólica y Romana.

Me cuesta creer –y lo creo de veras- que los pobres, enfermos, encarcelados, los débiles sean sus representantes, sus delegados en la tierra. Pero me niego a creer que haya nombrado delegados suyos a esos que se autodefinen sacerdotes para siempre, obispos, papas. Me huele demasiado a montaje.

Deseo, sinceramente, que cada hombre se fíe de Dios como Padre, que conozca a Jesús y, a través de él, lo que se puede conocer del Padre de todos, y así elimine toda angustia, todo miedo y que coja su camilla y comience a andar. Pero me cuesta creer que un rico administrador de lo divino pueda dejarlo todo y comenzar a andar-

Luis Alemán Mur