“Es verdad: Tú eres un Dios escondido,

el Dios de Israel, el Salvador”

Isaias 45,15

“Realmente, el Señor está en este lugar

Y yo no lo sabía”

Génesis, 28,16

“Padre, el mundo no te ha conocido”

Jn. 17, 25

Tarde, Señor, te voy descubriendo.

Eres un Dios difícil. Un Dios raro.

Estás donde no te buscaba.

Te he buscado donde no estabas.

De pequeño nací en Egipto. Crecí esclavo, con cadenas en los pies y en la mente. Adoré a un ídolo creyendo que eras Tú. Bebía ansiosamente de un pozo contaminado. Cuanto más bebía más sed sufría.

Sin saberlo me llevaron a Jerusalén. Me enseñaron la Torá. Con maestros de todas las tendencias. Cubrí mi cuerpo de silicio y mis espaldas jóvenes de disciplinas. Quemé años en tu búsqueda. Largos años de silencio seco. Viví años de evidencias falsas. Conocí buenos ignorantes, sabios engreídos, sencillos creyentes, inquietos y amargados, hermanos rotos por dentro, con el arte del disimulo, agarrados al Templo y su Torá.

Roto de tanto buscarte, hui de Jerusalén. Yo no te encontré allí. Solo me consolaba la búsqueda, pero, no el encuentro.

Largos años de exilio junto a los ríos de Babilonia. Pero ni sus aguas ni sus mercaderes me dieron la paz. Siempre he soñado contigo. Siempre te he esperado.

En verdad, “eres un Dios escondido”.

Eres un Dios raro.

Dios de grandes silencios.

Para Ti, no existe el tiempo.

Ante Ti, todo es secundario.

No eres producto de la ciencia humana.

Tu rostro no es como el rostro del hombre.

Tú nunca te has ido. Nunca has venido. Eres un Dios escondido.

Creo Señor que me estás invadiendo como una niebla, ni fría ni caliente. Pero, que lo empapa todo, como el agua que invade una esponja.

Te noto donde nunca creí que podías estar.

¿Cómo es posible que haya alguien que se crea Teo-logo, Maestro, Doctor en Ti?

Luis Alemán Mur