Frase evangélica: «Vende todo lo que tiene y compra el campo»

1. Las parábolas del tesoro y de la perla son gemelas, con imágenes diferentes: un labrador que descubre un tesoro en el campo y un mercader que encuentra una perla extraordinaria. Las dos parábolas destacan el supremo valor del reino como gran hallazgo; los otros valores son menores. Convertirse es cambiar de valores, es una «transvaloración». Por otra parte, el compromiso por el reino no se hace sólo desde la voluntad (el esfuerzo ascético), sino desde la alegría (el sentido místico). Ambas parábolas son una llamada de atención respecto de la primera bienaventuranza.

2. La parábola de la red de pescar describe una escena diaria en el lago de Galilea. El centro de esta parábola no está en el número de peces, sino en la selección que se hace después de la pesca. Es semejante a la parábola del trigo y de la cizaña: apunta a la necesaria convivencia de personas buenas y malas y a que todos tenemos algo de bueno y algo de malo hasta el final de la historia.

3. La verdadera comunidad de los hijos de Dios se descubrirá al final, cuando estemos libres de toda clase de esclavitudes: mentiras, injusticias, muerte y pecado. La «selección» equivale a evaluación, a revisión de vida, a saber elegir, a discernir. Los «escribas» saben muchas leyes y no poca teología, pero se aferran a lo «viejo», en tanto que los discípulos se atienen a lo «nuevo», al reino presente. Con la clave del Nuevo Testamento (lo «nuevo») debe entenderse el Antiguo Testamento (lo «viejo»).

REFLEXIÓN CRISTIANA:

¿Sabemos discernir, evaluar, juzgar?

¿Son consistentes nuestros compromisos?