Frase evangélica: «Dejadlos crecer juntos hasta la siega»

1. La cizaña es una hierba venenosa y embriagadora que, cuando está germinando, se parece al trigo, pero que, una vez crecida, es de menor altura. El trigo se distingue de la cizaña por sus frutos. Al ser la cizaña una planta nociva, su quema designa en el Antiguo Testamento a los pecadores. Como las zarzas, la cizaña representa a los que se oponen al crecimiento del reino de Dios. Evidentemente, en cualquier campo hay hierbas dañinas que es difícil eliminar. Sólo es posible separar la cizaña del trigo después de la siega con un tamiz calibrado, ya que los granos de cizaña son más pequeños que los del trigo. La cizaña se quema, y el trigo se lleva al granero.

2. El acento de la parábola está puesto en la cizaña que sembró el «enemigo» o el «maligno»; mejor dicho, en la perspectiva de lo que debemos hacer o dejar de hacer para que crezca el reino. No hay que apresurarse precipitadamente a efectuar la recolección. Jesús dirige su mensaje a los pecadores, no a los puros. Es necesario dar un tiempo adecuado a la conversión.

3. En el reino de Dios -tanto por lo que respecta a nuestro propio interior como a la sociedad en general- se mezclan lo bueno y lo malo. Y, así como Dios tolera a todos en la creación -buenos y malos-, así también debe respetarse la libertad del ser humano, que es un bien esencial del reino. No precipitemos los juicios, no nos erijamos en jueces definitivos. El «enemigo» o el «maligno» representa a quienes pretenden hacer fracasar la obra de la salvación. Se dan, pues, dos siembras opuestas. Se nos invita a que seamos pacientes y humildes en nuestros juicios. El fácil recurso a dividir a las personas en buenas y malas es simple e inexacto: todos tenemos de todo. Incluso sembramos de las dos clases de semillas, y a veces más de la una que de la otra. Al final, Dios juzgará por las conductas.

REFLEXIÓN CRISTIANA:

¿Somos tolerantes o intolerantes con los demás?

¿En virtud de qué hacemos nuestros juicios?