Nadie te puede hablar en nombre de Dios. ¡Nadie! Óyeme bien:

Nadie

Todos los hombres hablamos con vocablos humanos. El “lenguaje” de Dios no tiene traducción a ningún idioma humano.

Siempre hubo gurús, líderes religiosos, brujos, profetas que se presentaron como portavoces de Dios. Y esa arrogancia le ha costado muy cara a la humanidad.

Creo – y esa es mi fe –que Dios se ha manifestado, se manifiesta continuamente al hombre. Pero Dios no ha dicho una sola palabra del diccionario.

La palabra de Dios se hizo carne, se hizo hombre. Pero no se hizo vocablo. Nadie puede afirmar que habla al dictado de Dios. Quien lo haga, o está loco o es un soberbio.

Sí, lo creo. Dios se metió en la historia de un pueblo, y en la Biblia podemos intuir, descubrir sus modos y sus caminos, y después de mucho estudiar y mucho orar y de limpiar mucho nuestros oídos y nuestros ojos podemos llegar a comprender algo de Dios. Pero no podemos atribuir a Dios ni un solo versículo de la Biblia.

Eso de “palabra de Dios”, o se entiende o puede ser una solemne tontería.

Todo el inmenso universo es “palabra de Dios”. Pero palabra no traducida. Sin sílabas, sin sonidos.

Igual que “grita” Dios en el pobre con quien me cruzo por la acera, pero en silencio… Para quien tenga oídos.

África está lanzando un discurso. Los emigrantes, la pandemia, las colas del hambre, las multinacionales, los bancos, los terroristas, los niños que tienen que trabajar, las mujeres esclavas lanzan alaridos…y yo – esta es mi fe – creo oír a Dios. Pero que nadie me pida que traduzca a Dios.

Hoy día, el profetismo es otra cosa. Ya no está David en su palacio. La nuestra es otra historia, otra Biblia. Aquí Dios no da discursos, ni manda recados, ni proclama mandamientos, ni dicta verdades.

Que nadie se atreva a traducir en nombre de Dios.

Luis Alemán Mur