Frase evangélica: «El que escucha la palabra y la entiende… dará fruto»

1. Después de exponer Mateo la justicia del reino de Dios (caps. 5-7) y la proclamación de este reino al mundo (cap. 10), trata ahora el evangelista de exponer, en un tercer momento, el misterio del reino (cap. 13), aparentemente desprovisto de grandeza y de poder, cuyo crecimiento es lento y profundo y cuyo final será espléndido. Los de «fuera» (fariseos) no entienden la naturaleza del reino; tampoco lo entienden las multitudes; es necesario que lo comprendan los discípulos. El secreto de las parábolas es el secreto de la actividad y la persona de Jesús.

2. La parábola de este domingo nos habla de un sembrador y de la semilla que siembra; de los cuatro tipos de terreno en los que cae la semilla y de los resultados obtenidos. Los tres fracasos cosechados son debidos a un factor de destrucción en la sementera: pájaros, sol, espinas… Frente a una buena cosecha, hay pérdidas considerables. Con todo, la espléndida cosecha final deberá animar a los discípulos. Los cuatro tipos de terreno son otras tantas disposiciones o actitudes de egoísmo cerrado, entusiasmo superficial, obsesión por uno mismo y apertura al prójimo.

3. Con el reino ocurrirá lo mismo: se pretenderá ahogarlo antes de su plena realización final. Discípulos son los que acogen a Jesús y al reino; son las personas sencillas a las que Dios ha revelado el misterio del reino. No entienden, en cambio, los que tienen embotado el corazón y cerrados los ojos y oídos. Al aplicar esta parábola a la Iglesia, se pone el acento en la siembra de la semilla, en la evangelización. Mejor dicho, en la responsabilidad de los que comprenden la parábola del reino. Se comprende su sentido cuando se le da vida.

REFLEXIÓN CRISTIANA:

¿Con qué tipo de terreno nos identificamos al recibir la palabra de Dios? ¿Somos sembradores de esta palabra?