Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo – Ciclo A

STCORPUSAJuan 6,51-58:

En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: «Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo.»
Disputaban los judíos entre sí: «¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?»
Entonces Jesús les dijo: «Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por mí. Éste es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre.»

Palabra del Señor

«Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo.»

«Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna

Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él.

El error frecuente de los catequistas y predicadores, (al menos los que me enseñaron a mí) fue traducir este evangelio, como se hacía con cualquier página bíblica, al pie de la letra. Todo era “palabra de Dios”. Es decir: Leer la Biblia como dictada por Dios, ahorrar el trabajo de estudiarla, nos trajo más males que bienes. El Dios y el Jesús del que hemos vivido y anunciado ha empobrecido o incluso deformado nuestra fe. Quizá haya llegado el difícil momento histórico de actuar como pueblo desarrollado y valiente. Solo la fe puede fundamentar esa madurez necesaria para entender un libro escrito hace miles de años. Pero que nuestra espiritualidad y la sociedad pide a gritos a eso que todavía se presenta como Iglesia Católica.

Comer la carne de Jesús; beber la sangre de Jesús”, nunca se debió interpretar ni como algo real ni milagroso. Sino como un símbolo adorable de querer vivir su vida, imitar su forma de amar a los demás y morir como él.

Luis Alemán Mur