Domingo 4º de Pascua – Ciclo A


Juan 10,1-10:

En aquel tiempo, dijo Jesús:
«En verdad, en verdad os digo: el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ese es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A este le abre el guarda y las ovejas atienden a su voz, y él va llamando por el nombre a sus ovejas y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz; a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños».
Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron de qué les hablaba. Por eso añadió Jesús:
«En verdad, en verdad os digo: yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos; pero las ovejas no los escucharon.
Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos.
El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estragos; yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante».

Palabra del Señor

No. No somos un rebaño con pastor. Somos hombres libres. El evangelio escogido para hoy evita el versículo en el que afirma que Jesús es el pastor. Al estudiar el evangelio de Juan no se puede olvidar que es la suma de varios escritos en varias épocas en situaciones muy distintas. El conjunto comienza con el conflicto de la mesianidad de Jesús. Los discípulos de Juan habían sido expulsados, o estaban siendo expulsados del Templo judío. Esta expulsión fue causa de una de las primeras comunidades creyentes en Jesús. Años 80 del siglo I.

La primera parte de este evangelio sigue a Marcos en el cual se fundan no solo Mateo y Lucas sino también es base de Juan.

Por tanto, antes de estudiar cualquier evangelio es imprescindible estudiar la historia de su redacción. No hacerlo así nos ha llevado y nos llevará todavía a crearnos un Jesús inexistente o lejano al real. Es quizás el primer error que se cometió con el cristianismo. Jesús es la puerta para entrar en el reino del Padre.

Luis Alemán Mur