Soy médico de un centro de salud de la Comunidad de Madrid

Soy una más de las profesionales anónimas, sin cara , sin voz ni voto, que se está dejando la piel día a día realizando su trabajo.

Desde hace más de 15 días soy incapaz de ver, leer o escuchar ninguna noticia más sobre este maldito virus que está acabando con tanta gente.

Me siento metida en una trinchera en primera línea de fuego viendo avanzar a mi enemigo en el campo de batalla.

Dicen que la primera guerra mundial fue tan cruenta porque fue una contienda de hombre a hombre, cuerpo a cuerpo. Pues bien, nosotros ni siquiera tenemos armas con las que defendernos.

Oigo constantemente hablar a representantes de mi comunidad y del estado sobre lo magníficos que somos, pero la realidad es que la sensación de desprotección que tenemos es absoluta.

Hablo de personal sanitario de cualquier centro de salud que no trabaje en IFEMA, y si pertenece a otra población que no sea la ciudad de Madrid, aún peor.

Os contare que los famosos EPIs existen, si, pero escasos hasta tal punto que cada vez que estamos en contacto con un paciente infectado con Covid19 en vez de desecharlos, los mojamos en lejía y los volvemos a emplear.

Las mascarillas de uso único las estamos usando hasta que el olor de las mismas es insoportable, y en el mejor de los casos se esteriliza (máximo 3 veces porque pierden su efectividad)

Usamos gorros de esos finos de ducha de hotel porque no tenemos nada más, y estamos empleando bolsas de basura abiertas como mandiles protectores y pantallas que nos hacen las buenas almas caritativas, que gracias a Dios existen.

Actuamos con protocolos que se dedican a cambiar cada pocos días, con lo cual, cuando consigues aprenderlo ya se ha quedado obsoleto.

Ante esta indecisión y falta de criterio, se nos genera aún mayor sensación de desamparo.

No se sabe cómo ni cuando realizar un test de confirmación, un día te dicen que es eficaz realizarlo con síntomas, otro sin ellos.

Los famosos tests no llegan nunca.

No tenemos información fiable ante las preguntas de nuestros pacientes.

No se trata de no trabajar, se trata de hacerlo de una manera más segura.

Se trata de sentir y saber que estamos dirigidos por personal capaz de gestionar toda esta locura, y no de sentir que cada uno va por un camino distinto.

Creo que hay que priorizar; la atención a la salud es lo primordial y atender a los sanitarios proporcionándonos equipos adecuados debería serlo también.

Me gustaría sentir y transmitir pensamientos más positivos, pero en mi situación es difícil hacerlo.

Por mi parte no quiero entrar en debate político, que cada cual saque sus conclusiones.

La mía es no volver a ejercer mi derecho a voto el resto de mi vida.

Pido a Dios que todo esto nos sirva para cambiar el modelo de estado y que seamos capaces de elegir a representantes y gestores honrados y preparados

Mientras tanto, nosotros, los de primera línea de ataque, seguiremos acudiendo al trabajo, seguiremos intentando cuidar y consolar lo que podamos, y rogando a Dios porque nos dé la oportunidad de seguir haciéndolo.