La Iglesia Católica, contra las cuerdas: los evangélicos conquistan América Latina

Los evangélicos en Brasil representan el 31% de la población, rondando los 64 millones de almas, frente a un 50% de católicos. Pero en menos de dos décadas se producirá un gran cambio


 

Jair Bolsonaro en la marcha de Jesús el año pasado. (EFE)

 

 

“El humor debe tener un límite porque todo tiene límites. Yo no puedo decir cualquier cosa en el púlpito y en la tele tampoco se puede. La ética no puede perder frente el humor“. Con estas palabras, Josué Valandro Jr., pastor de la Iglesia brasileña Batista Atitude, resume el malestar de una gran parte de la comunidad evangélica, fruto de una serie de manifestaciones culturales que en los últimos meses han generado una gran polémica en Brasil.

La mayor ocurrió tras el estreno del programa especial de Navidad de Portas dos Fundos, el grupo humorístico más famoso de Brasil. En “La primera tentación de Cristo”, Jesús es retratado como un treintañero gay que mantiene una relación sentimental con el diablo. Esta parodia indignó tanto a los evangélicos brasileños que decidieron llevar el asunto a los tribunales y consiguieron una orden judicial para vetar su distribución a través de la plataforma Netflix. El juez Benedicto Abicair, del Tribunal de Justicia de Río de Janeiro, justificó su decisión como un intento de “calmar los ánimos”, mientras los sectores más progresistas protestaban contra lo que tachaban de censura.

Posteriormente la orden fue revocada gracias a la intervención de la mismísima Corte Suprema, pero mientras tanto la productora de Portas dos Fundos sufrió un atentado con cócteles molotov en vísperas de Navidad. Afortunadamente solo causó daños materiales. Ahora una iglesia neopentecostal llamada Brasa Viva reclama una indemnización de 1.000 millones de reales (210 millones de euros) por otro especial de Navidad de 2018. Piden este dinero en concepto de “reparación por los daños morales sufridos”.

Otra polémica envuelve el famoso carnaval de Río de Janeiro. La pluripremiada escuela de samba Mangueira, fundada en 1928, ha escogido a Jesús como tema para el desfile en el Sambódromo de 2020. Es un Cristo progresista que “si naciese hoy, lo haría en la favela de la Mangueira y apoyaría las luchas de los pobres, de los negros, de los colectivos LGBTI, de los indígenas y de las mujeres feministas“, según la visión del director artístico de esta agremiación, Leandro Viera.

A principios de febrero, 23 pastores evangélicos respondieron a esta nueva “afrenta” firmando un manifiesto público, a través del cual repudiaban “el intento de captura de la fe por parte de ideologías y partidos”. En una conversación con esta periodista, el pastor Valandro Jr., que ha ganado cierta fama en el último año como gurú espiritual del presidente Jair Bolsonaro y de su esposa Michelle, explica que la iniciativa pretende poner un freno a unos “ataques cada vez más frecuentes”. Por eso se manifestó en público, “antes de que la cosa fuese a más”.

A un paso de la mayoría social

“En este momento, [la escuela de samba Mangueira] no están solo contando una historia. Está distorsionando principios, valores y la fe. Nosotros nos sentimos agredidos. No queremos ver el arte usado para destruir familias, erotizar a los niños y menospreciar nuestro objeto de fe”, afirma este pastor, que también protesta contra la “falsedad histórica” cometida contra la figura de Jesús. “Están diluyendo la esencia de lo que fue Jesús. Para nosotros es un salvador, es el hijo de Dios”, agrega.

Los evangélicos en Brasil representan el 31% de la población, rondando los 64 millones de almas, frente a un 50% de católicos. Los datos, publicados a principios de este año por la empresa Datafolha, muestran una mayoría de mujeres en este segmento religioso (58% de evangélicas frente a un 42% de varones). La previsión del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística es que en menos de dos décadas los evangélicos podrían alcanzar la mayoría en el que tradicionalmente ha sido el país con más católicos del mundo.

Es más que sabido que el ultraderechista Jair Bolsonaro ganó las elecciones de 2018 gracias al apoyo de los pastores y parlamentares evangélicos y, sobre todo, de sus poderosísimos medios de comunicación, como el imperio televisivo del canal Record o las redes sociales del pastor Silas Malafaia, que ofició la boda del actual presidente con Michelle Bolsonaro. Inolvidable es la oración del presidente de Brasil tras la proclamación de su victoria, de la mano del pastor Magno Malta, antes incluso de ofrecer la tradicional rueda de prensa.

El poder de los evangélicos ha crecido exponencialmente durante el primer año de Gobierno de Bolsonaro y, con ellos, las críticas de los sectores de izquierdas. La ministra de la Mujer, de la Familia y de los Derechos Humanos, por ejemplo, es una pastora. Damares Alves es considerada por muchos brasileños el hazmerreír del Gobierno desde su estreno en el cargo, cuando proclamó que por fin “los niños podrían vestir de azul y las niñas de rosa”. Contraria a la ideología de género y al aborto, acaba de lanzar una campaña de “abstinencia sexual” a tres semanas del carnaval como forma de prevención de los embarazos indeseados y de las enfermedades de transmisión sexual.

En todas las capas del Estado

A principios de febrero, otro pastor ha sido nombrado para cuidar del organismo estatal que se encarga de los indígenas que viven aislados en el medio de la selva amazónica. Ricardo Lopes Dias fue misionario del movimiento ‘Misión Nuevas Tribus de Brasil’ y trabajó en el Estado de Amazonas evangelizando a los indígenas del valle de Javari. Algunos medios independientes de Brasil han divulgado audios de misionarios evangélicos que demostrarían que el objetivo de este nombramiento sería convertir a estos indígenas al cristianismo.

Conscientes de su influencia y de su enorme peso político, los parlamentares evangélicos acaban de pedir la exoneración fiscal total en un momento en que el Congreso discute la importante reforma tributaria, el gran reto del Ejecutivo para 2020. “Queremos que se defina la extensión de la inmunidad tributaria, que hoy está prevista en la Constitución, pero es muy vaga”, dijo el diputado Silas Câmara, presidente de la Frente Parlamentaria Evangélica el parlamento.

La penetración capilar de las iglesias evangélicas en la sociedad brasileña, que realizan programas sociales en favelas, comunidades carentes y cárceles, ha llamado la atención incluso de un veterano de la política como el ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva, excarcelado en octubre de 2019 gracias a una decisión de la Corte Suprema que cambia la jurisprudencia sobre los condenados en segunda instancia. Lula, que acaba de celebrar una reunión muy mediática con el papa Francisco en el Vaticano, ha dicho en varias ocasiones que el Partido de los Trabajadores precisa “conversar con los evangélicos en las próximas elecciones”.

Por su parte, Jair Bolsonaro ha revelado públicamente que piensa nombrar a un “juez tremendamente evangélico” para la Corte Suprema. Su cercanía con Marcelo Bretas, el magistrado que encarceló al expresidente Michel Temer por corrupción, es visto con recelo en los círculos judiciales, preocupados con la amenaza que podría suponer para la independencia del sector judicial.

En el escenario periodístico, tan crucial para la consolidación del proyecto evangélico, ha despuntado otro actor el año pasado: la CNN Brazil, una franquicia de la cadena estadounidense. El administrador delegado de este ambicioso proyecto es Douglas Tavolaro, nieto y biógrafo del magnate brasileño y pastor evangélico Edir Macedo, fundador de la Iglesia Universal del Reino de Dios.

A la conquista de América Latina

En el resto de América Latina y Central, el número de evangélicos también se ha incrementado de una forma espectacular y de manera inversamente proporcional al retroceso católico. Según un informe del Latinobarómetro, entre 1995 y 2014 el número de católicos bajó un 30% en Nicaragua, un 29% en Honduras y un 19% en Costa Rica. La agenda política de los evangélicos latinoamericanos que pasa por el ‘No al aborto’, la lucha contra los derechos de la comunidad LGBTI (en Puerto Rico impulsaron un proyecto en el Senado para ‘curar’ a menores homosexuales y transexuales, que finalmente fue rechazado por el Gobierno) y el control de una parte de los medios de comunicación.

Los recientes cambios políticos en Bolivia sintetizan el auge de los evangélicos en este continente. El 12 de noviembre, la presidenta interina de la Asamblea Legislativa, Jeanine Áñez, se autoproclamó presidenta del país andino con una Biblia bajo el brazo y declaró ante los periodistas que “Dios permitió que la Biblia volviese al Palacio”.

En el mismo día, el pastor brasileño Hermes C. Fernandes escribió en sus redes sociales que varias iglesias evangélicas de su país, “a servicio de la agenda norte-americana”, habrían participado activamente en la caída del presidente Evo Morales, algo que no ha sido investigado oficialmente, ni demostrado.

El pastor presbiteriano Chi Yun Chung, surcoreano de nacimiento pero naturalizado boliviano, es considerado hoy el Bolsonaro de Bolivia. Hijo de misionarios asiáticos que se instalaron en este país latinoamericano en la década de 1980, ha fundado cerca de 70 iglesias presbiterianas a lo largo y ancho de la geografía boliviana. Chung llegó a decir que Evo Morales tiene que pedir perdón “al Dios de la Biblia”.

Colombia es otro de los países donde los evangélicos tienen una fuerte presencia, alcanzando el 16% de la población. Aunque no es un porcentaje muy alto, sí lo es su capacidad de articulación política. En 2016 los evangélicos colombianos mostraron su peso en las urnas, cuando impulsaron el ‘No’ al acuerdo de paz entre el gobierno y la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), que finalmente ganó el plebiscito.

En Argentina, Ecuador, Panamá, Perú y Venezuela se calcula que al menos el 15% de la población se identifica con esta corriente religiosa. En México, que en contra de la tendencia regional mantiene el mayor índice de católicos (80%), cerca de 10% de los fieles han adherido a alguna iglesia evangélica. La gran familia protestante de América Latina están en expansión y, con Brasil a la cabeza, está decidida a moralizar y a “salvar” el continente