Eugen Drewermann. Un sacerdote alemán es enviado a los hospitales para consolar y llevar a Dios a los enfermos heridos de la guerra. Allí comprende que además de cuerpos destrozados con arreglo o sin arreglo, esos enfermos son intimidades rotas por miedos, angustias, enredos secretos de culpa, historias jamás contadas. La rotura interior es más honda y compleja que la de los brazos, piernas y rostros desfigurados. Es el hombre caído en su lucha por su plenitud. Es la obra del creador sin terminar y desorientada. A llevar luz, libertad y paz a ese submundo de la interioridad del hombre, ha dedicado su vida y su teología el gran teólogo Eugen D. se ha salido del esquema escolástico, se ha puesto a bucear en la verdad del hombre. Desde allí, desde la rotura interior del hombre inacabado, comprende, con luz nueva, las sagradas escrituras.

Roma tan necesitada de un lavado sicoanalítico de fondos, ni sabe ni quiere saber nada de cómo es el mundo submarino del hombre. Sigue empeñada en salvar su alma.

Drewermann sabe de Dios, de escrituras. Pero en el seminario, no le enseñaron nada de las profundidades del hombre. Y ahí comienzan sus estudios de médico psicoanalista para poder entrar en las grietas quebradas del interior del hombre. Allí, en esa oscuridad tan secreta tiene que derramar luz, esperanza y la vida resucitada de Jesús. Allí aprende lo que es “salvación”: eso es “salvar” a un hombre

Su bibliografía es amplísima. Alguien me dijo que Roma le tenía más miedo por sus análisis bíblicos que por su práctica psicoanalítica. .

Creo que nos equivocamos al definir la razón de ser de Jesús. Se dijo siempre que la razón de “su venida” era: salvar a los hombres del infierno; pagar un rescate de sangre por el hombre definitivamente caído; satisfacer el honor de Dios ofendido; salvar almas etc. Afirmaciones todas que parten de un enfoque equivocado y que, poco a poco, va siendo rectificado.

Superados esos paraqués lacrimógenos de la “venida” de Jesús, se ilumina con toda grandiosidad el sentido de Cristo Jesús en la historia. Él es la culminación del hombre: lo humano. Desde mi óptica del creyente en ese Jesús, afirmo, con orgullo y esperanza, que sin el evangelio, vivido por grupos de seguidores suyos, la humanidad sería hoy mucho más lamentable. La sociedad de los hombres sin Jesús no alcanzaría su diseño. Sin Jesús, el hombre se pierde entre los vericuetos de sus preguntas, y en el bosque encantador y encantado del universo. Y sin el proyecto realizado e iluminador de Jesús sería imposible la esperanza en medio de esta complejísima existencia del hombre. No llego a esta conclusión por razonamientos teológicos sino por simple comprobación, con su miajita de experiencia personal.

“Deja el Templo y arregla tus asuntos con tu hermano”. Después sube al Templo. ¿Dónde está el déficit de la sociedad: en lo humano o en lo divino? ¿Qué es lo que se pretende: que Dios se manifieste o que triunfe lo humano en el hombre?

 

Luis Alemán Mur