Francisco habla claro, con humildad pero sin tapujos.

Ante el sistema japonés, amigo de salvar las apariencias

Francisco, en Japón, les cambia el paso a los partidarios del eufemismo 

  • En vez de defender con intimidación, construir paz y cuidar vida con lazos de confianza mutua

    Los políticos conservadores japoneses son expertos en el dominio del eufemismo para salvar las apariencias. Un Primer Ministro, partidario del rearme y la reforma de la Constitución pacifista, partidario de la “defensa activa de la paz y de la vida”, se adelantaba a invitar al Papa a venir a Japón para defender la paz y la vida. Pero los “controles entre bastidores” del Ministerio de Exteriores y la organización administrativa del recibimiento se confiaban que los “dichos y hechos papales” se mantuviesen en los límites del eufemismo: “defender paz y vida”, “condolerse con víctimas”, “honrar a mártires”, etc. ..

    Los obispos eligieron el lema: proteger la vida. Pero matizaron: Protección de Toda vida (“Toda” con mayúscula, incluyendo la vida discapacitada, o en prisión por sentencia capital, o excluida por la competitividad del sistema educativo, o víctimas de violencia, guerra o accidente en las centrales nucleares, etc…). Al presentarlo al Papa le facilitaban cambiar el paso a los que quisieran manipularle para salvar las apariencias.

    En Nagasaki la traducción japonesa decía: “ante todo, la paz y estabilidad…” nos quedamos perplejos, eso sonaba a político conservador. Pero, en japonés, hasta el final no se sabe… según el verbo, lo que se afirma o niega. El verbo, en este caso, fue “proteger”, pero con interrogativa.

    ¿Cómo se protegen paz y vida? No defendiéndolas con miedo, intimidación y rearme, sino construyendo la paz y cuidando la vida con lazos de confianza mutua entre personas,  pueblos, culturas y religiones. Francisco les había cambiado el paso. Releemos ahora discursos y homilías y vemos que Francisco repite la “travesura significativa”.

    Desde el aterrizaje, un mensaje de evangelización y humanización inseparables

    Dice lo que esperan de él los más tradicionales: viene como peregrino y misionero, recuerda a los mártires, anima al testimonio. “Pedro viene a tocar y dejarse renovar en las huellas de tantos testigos de la fe”. Pero les cambia el paso refiriéndose a los llamados proféticos del episcopado japonés en la línea de justicia y paz, desarme nuclear, hospitalidad y cuidado de trabajadores extranjeros -más de la mitad de los católicos de Japón-, diálogo con otras tradiciones religiosas… “Proteger toda vida y anunciar el evangelio no son dos cosas separadas, velad ante todo aquello que impide el desarrollo integral de las personas”.

    Comienza Francisco su visita a Japón por Nagasaki, con recuerdo de mártires y víctimas de la bomba atómica. Viene “a rezar, a confirmar y ser confirmado”. Comparte deseos de que hable en defensa de la fe y de la vida. Pero añade que el recuerdo de los mártires no se reduzca a reliquia de museo, y que la defensa de la paz y la vida se haga a través del martirio del servicio cotidiano a los más necesitados. Y previene contra “toda manipulación de las religiones, por políticas integristas y de división, y por los sistemas de ganancia insaciables y las tendencias ideológicas odiosas” . En esto último ya no coinciden los que sienten que “les cambia el paso”.

    Desde el epicentro de la tragedia atómica, un mensaje al mundo entero

    En Nagasaki, en el parque del epicentro y en Hiroshima en el Memorial de la Paz, políticos de todos los colores no dudan en sumarse a las conmemoraciones en agosto, ninguno se opondría a los “anhelos profundos del corazón humano: paz y estabilidad” y aplaudirían al Papa para que no se repita la tragedia atómica. Francisco va más lejos y les cambia el paso. “No solo el uso, sino la posesión y fabricación de armas nucleares es inmoral”. Alza la voz contra la carrera armamentística y dice: “las armas no nos defienden de las amenazas a la seguridad nacional e internacional de nuestro tiempo”.

    El texto de las preguntas al Papa había sido censurado y borradas alusiones a derechos humanos. Pero el joven lector se permitió improvisar y también Francisco. Apenas pudieron reaccionar traductores y censores. Francisco les cambia el paso, invita a mirar “la diversidad cultural y religiosa de los jóvenes que viven en el Japón hoy” y a “aprender a vivir juntos en armonía y paz sin necesidad de que tengamos que ser todos igualitos”

    Desde el encuentro con la autoridades y diplomacia, mensaje de convivencia

    El primer Ministro Abe intenta con sonrisa japonesa asentir a los deseos de paz del Papa, pero deja clara su posición: que Japón sea mediador entre paises con y sin armas nucleares

    Deja abierta la puerta al rearme. Francisco, con sencillez y humildad, repite: no solo el uso, sino la posesión y fabricación atentan contra la vida. Pero no lo hace en nombre de una religión, sino sumándose a lo que pide el pueblo en Japón y en otras partes. Al cuerpo diplomático le solicitó fomentar “corresponsabilidad entre naciones, solidaridad intergeneracional, preocupación por los excluídos, atención a los necesitados…”

    Desde el estadio Tokyo Dome, un mensaje a Japón para redescubrir su mejor tradición

    Le recordó a Japón que no olvide lo mejor de sí mismo, ya que la protección de toda vida está en su propia tradición. Tratándose de una homilía comentando el evangelio no se la podían censurar. Y al hablar desde el sermón del monte al Japón del Monte Fuji, que tiene una tradición de proteger la vida y amar la naturaleza el Papa le habla de ecología y desarrollo integral y de respeto a toda dignidad humana. Sin excluir a nadie

    También aquí se salió de los papeles y aludió a lo que los jóvenes le habían planteado esa mañana (algo que no era políticamente correcto decir en público, según opinión de la Administración japonesa). “Aquí en Japón, en una sociedad con la economía altamente desarrollada, me hacían notar los jóvenes esta mañana en el encuentro que tuve con ellos, que no son pocas las personas que están socialmente aisladas, que permanecen al margen, incapaces de comprender el significado de la vida y de su propia existencia. El hogar, la escuela y la comunidad, destinados a ser lugares donde cada uno apoya y ayuda a los demás, están siendo cada vez más deteriorados por la competición excesiva en la búsqueda de la ganancia y la eficiencia”.

     No quería la Administración que saliese explícitamente el tema de la pena de muerte. Pero al  proclamar la dignidad humana, las preguntas de Francisco lo dejaban planteado: “¿Acaso alguien por ser discapacitado o frágil no es digno de amor?, ¿alguien, por ser extranjero, por haberse equivocado, por estar enfermo o en una prisión, no es digno de amor? Así lo hizo Jesús: abrazó al leproso, al ciego, al paralítico, abrazó al fariseo y al pecador. Abrazó al ladrón en la cruz e inclusive abrazó y perdonó a quienes lo estaban crucificando”

    Desde el aula universitaria, un mensaje para la educación intercultural

    En la Universidad Sophia hemos presumido siempre de internacionalidad. Francisco no dejó de alabar esa identidad humanista, cristiana e internacional. Pero también a los jesuitas les cambió el paso. No basta la internacionalidad, si se convierte en servicio a la mala globalización”, sino que debe estar al servicio de una “justa mundialización” en la que una educación intercultural fomenta las relaciones mutuas entre países y culturas diferentes para garantizar la construcción de la paz.

    Desde la Casa internacional de los jesuitas (SJ House) un mensaje para la nueva misión

    En la casa de los jesuitas Francisco les animó, agradeció y estimuló su dedicación compartiendo con la comunidad en tres lugares: la capilla donde concelebró, el comedor donde desayunó y la enfermería donde abrazó y bendijo a los enfermos.

    También a la hora de cambiarnos el paso, no dejó de insinuar que la misión hoy es inseparable del encuentro interreligioso y la cooperación con las otras religiones para la humanización y espiritualización de la humanidad. Se confirmaba así lo que nos decía en RD el P. Nicolás el mes pasado: que Francisco viene tras las huellas de Javier, pero de un modo diferente y con otra teología, no exclusivista, sino inclusivista, de encuentro y diálogo intercultural e interreligioso.  A eso se debían, sin duda, todos esos cambios de paso…

    Seguiremos rezando con Francisco por Japón y desde Japón por Francisco, para poder marcar el paso bien junto con él a ritmo de Evangelio.

    El abrazo y bendición con el P. Adolfo Nicolás en su silla de ruedas, es un símbolo de confirmación a la reforma de Francisco, en la línea de la de Juan XXIII, Pedro Arrupe y el Concilio Vaticano II.