Si por cualquier razón, generacional, por educación, te resistes a experimentar tus propios sentimientos, tendrás que derribar esa barrera y dejarles que salgan con naturalidad.

Aunque no te pases al otro extremo. Hoy encontramos, tantos, tantos sentimientos que acaban en un sentimentalismo vacío e inútil.

Urge dejar que nuestros sentimientos se expresen con naturalidad, sin miedo a mostrarnos humanos, tan débiles y vulnerables como realmente somos. No somos vulnerables porque amamos, al descubrir que aquella persona a quien amamos conoce nuestras ocultas debilidades. Eso es verdaderamente grande y hermoso del ser humano.

Esa debilidad que ocultas es lo mejor que tienes, porque te acerca a todos cuantos tienes alrededor y, sobre todo, muestras tu verdadero rostro, ese que solo conoce Dios porque te creó y sabe cómo eres realmente. A él no le asusta, comprobar quién eres en realidad: un ser muy pequeño, muy débil y perdido ante tantas máscaras de grandeza que quieres ponerte porque no te gusta sentirte vulnerable.

Pues tu vulnerabilidad te llegará en cualquier momento, por la enfermedad, por la vejez, etc. está ahí, en tu condición humana y llegará. Mejor que llegue pronto y sepas cómo eres cuando llega. Así no te cogerá desprevenido, la aceptarás con naturalidad y te dejarás querer. Eso que te cuesta tanto pero que es lo mejor que te puede pasar en la vida.

Déjate querer, déjate cuidar, deja que salgan tus sentimientos, acéptate en tu debilidad y comprenderás cuánto te ama Dios y cuánto puedes amar y ser feliz dejándote amar.