Según los conservadores

LA SOMBRA DE LUTERO ES ALARGADA

La Iglesia católica alemana se enfrenta al Vaticano por la moral sexual, el poder y la mujer.


Salvador Martínez   (El Español) 14 octubre, 2019

“Camino sinodal” se llama el proceso de aspiraciones reformistas iniciado por la Iglesia católica alemana, basado en debates sobre temas controvertidos.

Una “imagen horrible”. Quienes se ocupan de observar las cuestiones que afectan a la Iglesia católica alemana definen así la imagen de la institución religiosa germana, casa espiritual de unos estimados en 23 millones de fieles en el país de la canciller Angela Merkel.

Se estima que la población católica alemana representa un 27,7% de los teutones. Es el mayor grupo religioso, seguido de los protestantes (26%). Pero esas proporciones van a la baja. Sólo en 2018, algo más de 200.000 alemanes “dejaron” la Iglesia católica al decidir no pagar más el impuesto eclesiástico, según datos que reconocen como “preocupantes” en la Conferencia Episcopal Alemana (DBK). Ésta, para colmo de males, anda ahora enfrascada en un proceso de reforma que está levantando ampollas en el Vaticano.

Bautizado como “Camino sinodal”, este proceso va por vías de preparación y no termina de gustar en la Santa Sede. Hasta en dos ocasiones han recibido un toque de atención los responsables de la Iglesia católica teutona. Pero no se consiguen frenar las aspiraciones reformadoras.

En Alemania, país que en su día vio nacer la Reforma de Martín Lutero, las intenciones de renovación germanas parecen generar suspicacias. Sobre todo, porque el “Camino sinodal” trata de abordar temas como el poder, la moral sexual, el estilo de vida sacerdotal y el papel de las mujeres en la Iglesia. Estos asuntos han hecho que en Roma se esté prestando mucha atención al proceso de debates de la Iglesia católica de Alemania.

Da la impresión que, al abordar esos temas, los responsables religiosos germanos se estarían extralimitando. En la DBK se defienden. “El Camino sinodal no es un sínodo ni un consejo particular, sino un encuentro de obispos, sacerdotes y laicos”, dicen a EL ESPAÑOL desde la Conferencia Episcopal alemana.

No obstante, el cardenal Marc Ouellet, representante conservador en la Curia romana y responsable para la Congregación de los Obispos, escribía hace unos días al presidente de la BDK, el cardenal Reinhardt Marx, tratando de poner los puntos sobre las íes.

Según ha trascendido en los medios de comunicación alemanes, Ouellet ha indicado por carta que los asuntos que ocupaban a Marx y compañía atañen “no sólo a la Iglesia en Alemania, sino que afectan a toda la Iglesia a nivel mundial”. En consecuencia, no procedería que las autoridades católicas teutonas debatan por toda la Iglesia.

Aquella misiva de Ouellet obligó al cardenal Marx a viajar a Roma hace unos días para “aclarar malentendidos”. “En las conversaciones en Roma, el cardenal Marx dejó claro que no hay caminos especiales alemanes en cuestiones relevantes para la Iglesia en todo el mundo”, señalan desde la DBK. Pero la carta de Ouellet no era la primera que se le escribía a la Iglesia católica alemana a cuenta del “Camino sinodal”.

El pasado mes de junio el Papa Francisco ya dirigió a a las altas instancias católicas germanas una carta que se supone debía servir para orientar los debates que por lo visto necesitan llevarse a cabo en Alemania.

“Todos somos conscientes de que vivimos no sólo un tiempo de cambio, sino también un punto de inflexión donde surgen nuevas y viejas cuestiones (…) Me gustaría ofreceros mi apoyo, mostraros mi cercanía en el camino conjunto y animarles a buscar una respuesta franca a la situación presente”, se lee en el escrito papal, de 19 páginas y titulado Al pueblo peregrino de Dios de Alemania. “Junto con ustedes, observo con dolor la creciente erosión y decadencia de la fe, con todo lo que esto implica no sólo a nivel espiritual, sino también a nivel social y cultural”, abundaba el Santo Padre.

A ese texto se le ha reprochado una “vaguedad” que, en último término, ha parecido servir para que en Alemania los debates quieran ir más allá, incluso pese a la intervención posterior de Ouellet.

“Un conflicto sin precedentes”

Esto ha provocado que, según el analista y autor estadounidense Ross Douthat, los conservadores en la Iglesia católica vean planteadas en Alemania intenciones cismáticas en el proceso renovador anhelado por el cardenal Marx y compañía. Douthat, autor entre otros del libro To Change the Church: Pope Francis and the Future of Catholicism (Ed. Simon & Schuster, 2018) o Cambiar la Iglesia: el Papa Francisco y el futuro del catolicismo, escribía recientemente en una columna del prestigioso diario estadounidense The New York Times que el Vaticano “está tratando amablemente de redirigir” el debate en Alemania.

En el debate público germano, sin embargo, la percepción es otra. “Entre el Vaticano y los católicos alemanes se perfila un conflicto sin precedentes en el horizonte”, ha escrito en uno de sus recientes artículos, por ejemplo, Stephan-Adreas Casdorff, editor del diario generalista berlinés Der Tagesspiegel.

“Es precisamente la voluntad de los alemanes de reformar y de tranquilizarse tras el escándalo de abusos lo que conduce al conflicto”, según Casdorff. Alude este reputado periodista a los más de 3.600 víctimas de abusos sexuales registrados entre 1946 y 2014 en las iglesias católicas alemanas, según reconocía el año pasado en un estudio encargado por la propia BDK.

“En el estudio, los investigadores independientes mencionaron tres temas que pueden promover el abuso sexual, pero que no son necesariamente la causa: forma de vida sacerdotal, moralidad sexual, estructuras de poder”, apuntan en la BDK. “Los obispos acordaron hace un año discutir estos temas”, insisten.

En el diálogo deseado por la Iglesia católica de Alemania, que incluía “debates controvertidos en el horizonte de la evangelización”, según los términos del cardenal Marx, puede verse como una respuesta a una situación de crisis desencadenada, también, por ese escándalo. Sin embargo, hay quienes temen que, con el “Camino sinodal”, los católicos germanos acaben tomando derroteros que les alejen del Vaticano.