Dios dueño de la Historia


Para la fe israelita, Dios no sólo era el dueño de las cosas, también es dueño de los acontecimientos: la historia. Para el creyente bíblico, todo lo dirige y controla Dios. Todo lo que ocurre está diseñado por Dios. Como todo el Universo y sus vivientes, también los acontecimientos están al servicio de Dios.

El nexo entre Dios y universo, entre Dios e historia es de causalidad inmediata. Es decir, no sólo la naturaleza está sacralizada, es la misma historia la que espera a que Dios diga lo que tiene que ocurrir. La Biblia es la Historia Sagrada.

Así interpreta Isaías tanto la política interior como la política exterior de Judá. Según el profeta, los imperios de Egipto y Asiria se mueven, sin saberlo, “al silbato de Yahvé”. Mientras, el rey de Judá, Acaz incrédulo, se agita de miedo “como se agitan los árboles del bosque con el viento”.

Acaz el rey no cae en la cuenta de que los imperios son “como una navaja de afeitar en manos de Dios. Y que Dios utiliza el poder de esos imperios para afeitar la cabeza y el pelo de sus partes y para rapar la barba a quién él quiera”. (Is 7,20 ss)

Un concepto de historia simple, primitivo, lejos de nuestros enfoques actuales. Lo que no es garantía de que los nuestros estén ya en lo cierto. Si admitimos que de Dios sabemos poco, quizá tampoco tengamos derecho a afirmar que entendemos la historia. Entender a Dios es tan difícil como entender la historia.

Luis Alemán Mur