Domingo 29º del Tiempo Ordinario – Ciclo C.

Lucas 18,1-8:

En aquel tiempo, Jesús decía a sus discípulos una parábola para enseñarles que es necesario orar siempre, sin desfallecer.
«Había un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres.
En aquella ciudad había una viuda que solía ir a decirle:
“Hazme justicia frente a mi adversario”.
Por algún tiempo se estuvo negando, pero después se dijo a sí mismo:
“Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esta viuda me está molestando, le voy a hacer justicia, no sea que siga viniendo a cada momento a importunarme”».
Y el Señor añadió:
«Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que claman ante él día y noche?; ¿o les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?».


Palabra del Señor

Cuándo venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?

Esta parábola con su pregunta final encaja mejor después de haber escrito o leído el texto de Lucas anterior que trata de los acontecimientos que ocurrirán al final de la historia de la humanidad. Ya las pequeñas comunidades de creyentes en Jesús sufrían una situación de hostilidad y muchos huían fuera de Jerusalén hacia el sur de Siria.

El autor de este evangelio domina las maneras griegas. Para expresar mejor los recuerdos que se conservaban de Jesús, utiliza ejemplos y parábolas. A veces nos es difícil saber cuándo son propias de Jesús o de su evangelista.

Sea como sea, nos queda a todos los cristianos una pregunta a la que cada vez nos resulta más difícil de responder:

Cuándo venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?

¿No hará justicia a sus elegidos que claman ante él día y noche?;

Nuestra fe en Jesús nos debería llevar a orar mirando siempre a ese mundo de pobreza, abandonado de todos que ni conoce la historia de Jesús el que va venir.

La fe en Jesús no podría dejarnos ya vivir tranquilos sabiendo que hay muchos que no comen, que no saben por qué ni para qué están aquí, ni donde hay esperanza A donde no llegue el pan, que llegue nuestro orar continuo ¿no hará justicia a sus elegidos que claman ante él día y noche?

Luis Alemán Mur