Domingo 28º del Tiempo Ordinario – Ciclo C.
Una vez, yendo Jesús camino de Jerusalén, pasaba entre Samaría y Galilea. Cuando iba a entrar en una ciudad, vinieron a su encuentro diez hombres leprosos, que se pararon a lo lejos y a gritos le decían:
«Jesús, maestro, ten compasión de nosotros».
Al verlos, les dijo:
«Id a presentaros a los sacerdotes».
Y sucedió que, mientras iban de camino, quedaron limpios. Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos y se postró a los pies de Jesús, rostro en tierra, dándole gracias.
Este era un samaritano.
Jesús, tomó la palabra y dijo:
«¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha habido quien volviera a dar gloria a Dios más que este extranjero?».
Y le dijo:
«Levántate, vete; tu fe te ha salvado».
Palabra del Señor
Camino de Jerusalén, pasaba entre Samaría y Galilea
Cuando iba a entrar en una ciudad, vinieron a su encuentro diez hombres leprosos, que se pararon a lo lejos y a gritos le decían: «Jesús, maestro, ten compasión de nosotros».
Imagen de una sociedad hundida. Solo vivían bien los sacerdotes del templo. Lo judíos llegaron a identificar “reino de Iahvé” con el templo y sus servidores, los sacerdotes. Jesús se recorrió, antes de morir, toda Galilea, región llena de aldeas pequeñas y pobres. Algunos pocos peregrinaban a Jerusalén el centro de la fe y oraban en el Templo de mármoles deslumbrantes. ¡El Templo de Iahvé! Jerusalén y su Templo símbolo de su historia y el sueño de la grandeza perdida. Galilea seguía siendo la reserva de pobres y trabajadores de las fincas cuyos propietarios residían en la capital Jerusalén.
Diez hombres leprosos, que se pararon a lo lejos y a gritos le decían: «Jesús, maestro, ten compasión de nosotros».
Estos diez leprosos eran una estampa de la sociedad a la que Jesús anunciaba la próxima llegada del reino de Dios. Hoy continúa el esquema. Europa y EEUU parecen como Jerusalén y su Templo, África y Sudamérica y algunos rincones más como la Galilea. Pero faltan misioneros que anuncien el Reino de Dios. Confieso haber ido a esas galileas para negocios, pero no para anunciar el reino de Jesús.
Luis Alemán Mur