Domingo 23º del Tiempo Ordinario – Ciclo C

Lucas 14,25-33:

En aquel tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; él se volvió y les dijo:
«Si alguno viene a mí y no pospone a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío.
Quien no carga con su cruz y viene en pos de mí, no puede ser discípulo mío.
Así, ¿quién de vosotros, si quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla? No sea que, si echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los que miran, diciendo:
“Este hombre empezó a construir y no pudo acabar”.
¿O qué rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que lo ataca con veinte mil?
Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados para pedir condiciones de paz.
Así pues, todo aquel de entre vosotros que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío».

Palabra del Señor

Para Lucas es Jerusalén el paso final escogido por Jesús para anunciar el nuevo reino de su Padre. Según el evangelista, la vida púbica es el camino hacia Jerusalén. Y
mucha gente le acompañaba

El capítulo del evangelio de hoy se basa en dos afirmaciones recogidas del documento Q. : La primera es aquella deSi alguno viene a mí y no pospone a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío”

La segunda es Así pues, todo aquel de entre vosotros que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío”.

Decir que estas dos afirmaciones proceden del documento Q es afirmar que no son elucubraciones del escritor Lucas (finales del siglo I) como podrían ser los dos ejemplos ¿quién de vosotros, si quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla? O la del aquél rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que lo ataca con veinte mil.

Luis Alemán Mur