Salmo XXXII

R/. Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad.

V/. Aclamad, justos, al Señor,
que merece la alabanza de los buenos.
Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo que él se escogió como heredad. R/.

V/. Los ojos del Señor están puestos en quien lo teme,
en los que esperan en su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y reanimarlos en tiempo de hambre. R/.

V/. Nosotros aguardamos al Señor:
él es nuestro auxilio y escudo.
Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti. R/.

Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad

Es una exclamación muy propia del pueblo judío. La fe de este pueblo siempre se consideró no solo querido de Dios sino preferido de Dios.

Este interpretar a Dios es un error producto de nuestra ignorancia o de nuestra soberbia. Y tanto la ignorancia y la soberbia nos alejan del Dios Padre

Los ojos del Señor están puestos en quien lo teme, en los que esperan en su misericordia

A Dios no se le teme. Se le respeta.

Todos esperamos en su misericordia. Esa es fuente de nuestra esperanza.

¿Qué sería de mi si Dios no fuera Padre?

Luis Alemán Mur