Poco a poco. No se rasgue las vestiduras, por favor. Lea despacio, controle su natural indignación. Después, deje que cale esta nueva forma de pensar. Puede que le ayude. Si no le ayuda, prescinda de estos razonamientos y procure vivir feliz. Pero yo le confieso que voy a proponerle un enfoque sobre lo que es un hombre totalmente distinto al que usted tiene.

Primera parte. Nada comienza, ya terminado.

Si hay algo claro según la ciencia, y según la comprobación, es que nada surgió, ni surge en el Universo, como por arte de magia: al instante ya terminado. Todo comienza como germen que al desarrollarse, al crecer, al caminar con el tiempo, se despliega muy lentamente, se transforma, se perfecciona, y alcanza, paso a paso, una plenitud deslumbrante.

Como creyente, esto quiere decir que Dios Creador y fuente de vida no puso nada, nunca, en circulación, como sacado de su sombrero o bocamanga mágica. Él es fuente de vida. No fabricante. No un mago.

Dios no hace cosas ni personas. Lo propio de Dios es comunicar Vida. Le recomiendo que no sea ingenuo. No pregunte ni cómo ni cuándo empiezan las personas a ser personas, ni las cosas a ser tales cosas. Aunque si quiere la respuesta más veraz, sepa que Dios comunica Vida, siempre, ininterrumpidamente. Lo suyo es comunicar vida. Y la vida tiende a crecer, en busca de mayor perfección. Y esa vida y ese desarrollo provienen permanentemente de Dios. Donde no hay Dios no hay vida.

Todo está sin acabar. Dios sigue creando. Dios sigue comunicando vida. Si usted quiere orar, sea consciente de ello: tómese el pulso de su crecer, perciba la acción de Dios creadora en usted y goce en silencio.

Segunda parte. Por tanto: El hombre no nace hecho ni de las manos de Dios ni del vientre de su madre.

Se engendra un proyecto, se da a luz un proyecto. Hasta que se realice el hombre, lo que tenemos en el microscopio, en la ecografía, o ya entre los brazos, es una mera posibilidad de hombre (o mujer. No se ofendan las neo-feministas). Esa “posibilidad”, que sonríe entre tus brazos, es una espera angustiosa y bella. Nadie como los padres saben cómo de angustiosa y bella es esa espera.

Un ejemplo concreto que reconozco puede sorprender. Ni siquiera el Hijo nació hecho.

“Sólo en la totalidad de su vida es él el Hijo. Por eso la afirmación de la encarnación no se puede restringir al comienzo de este camino en la concepción y nacimiento de Jesús. Si, más tarde en su desarrollo humano siguiese otro camino, si no fuese bautizado por Juan, si no se hiciese predicador del Reino de Dios, si no asumiese las consecuencias de su misión con la aceptación de su pasión, no sería el Hijo de Dios”.

Esto es tan serio, y de tantas consecuencias para nuestra cristología al uso, que es imprescindible citar textualmente la fuente. Afirmación de W. Pannenberg.

Tercera parte. Sólo comienza la especie hombre cuando aparece la racionalidad, –la consciencia de sí mismo–, y la vivencia de la libertad.

La racionalidad es el modo superior de ser animal. La conciencia de sí mismo es el paso de individuo a persona. La llegada de la racionalidad y conciencia de ser uno mismo, es momento cumbre en el proceso evolutivo de la Creación. El individuo se descubre a sí mismo, antes de descubrir a los demás, antes de descubrir a Dios. Con la racionalidad y con la re-flexión comienza lo malo y lo bueno. Y la posibilidad de la libertad. Ejercer la libertad es la primera experiencia del racional, consciente de sí mismo.

Cuarta parte. Lo humano. El último paso: El hombre descubre la fraternidad.

Cae en la cuenta de que necesita del otro y de que el otro necesita de él. Son imprescindibles el uno para el otro.

Su misma existencia está vacía y sin terminar sin los demás hombres. El otro, forma parte de la esencia de él mismo y su muerte está en prescindir o liquidar al otro.

El hombre no nace humano. Nace con la posibilidad de ser humano. Se puede realizar como humano. Pero también puede rechazar, libremente, ser humano. Puede escoger la soledad (el egoísmo) La fraternidad se descubre. Es como una “revelación”. Esa revelación se acepta o se rechaza. Pertenecer a una misma camada no es suficiente para ser humano.

Un final de fe. Dios Padre “contempla” el proceso de crecimiento, y “espera” detrás de cada hermano descubierto, para “re-velarse Él”, como Padre. Siempre nos preguntamos ¿dónde está Dios? Y esa pregunta tiene respuesta. Lo ha dicho muchas veces en las Escrituras y a través de Jesús. Está esperando en cada hombre convertido en hermano para que así, juntos, hagamos “humanidad”.

“Ese” era Yo. “A mi” me lo hiciste. Este tipo de reflexiones sobre Dios, sólo son posibles con el evangelio de Jesús en las manos. Es decir, llegar a estas conclusiones no es filosofía. Eso es teología. No es razonamiento. Es fe.

  • “Si no soy humano, de nada me sirve”
  • “De qué me sirve hablar todas las lenguas, si no soy humano
  • De qué me sirve ser poderoso si no soy humano
  • De que me sirve la teología si no soy humano
  • De qué sirve amar si no se ama a otro”.
  • De qué sirve la vida, si se vive en soledad.