No es tan fácil prescindir de Dios. Ha de ser admitido o rechazado. El agnóstico, el que no sabe no contesta, corre peligro de ser un cobarde, un fugitivo.

Hace daño toda ideología, sistema, creencia o religión que pretenda ahorrar al hombre ese problema: ese cara a cara con la Realidad Dios. Nada ni nadie puede suplantar a Dios. Y ningún hombre puede delegar en otro para que lo represente ante Dios. Son estafas las gestorías (o religiones) que se encargan de gestionar la relación del hombre con Dios. Hay que dejarlos a solas. Allá Dios y allá el hombre. Nunca el hombre será más hombre que cuando rechace o admita a Dios. Y nunca Dios mostrará más respeto al hombre que cuando acepte su veredicto.

La libertad del hombre llega hasta el punto de poder, no sólo mentir sobre sí mismo sino mentirse a sí mismo. Pero esa instancia es solo suya. Y en esa solitaria instancia le espera su conciencia, su realización humana. Y en su soledad, puede equivocarse, pero incluso equivocado, tendrá que ser honesto consigo mismo para evitar la autodestrucción.

Repito: que nadie suplante a Dios y nadie suplante al hombre. La fe es cosa de ellos. Quien se meta en medio, estafa a Dios y estafa al hombre. A lo largo del Evangelio quedó claro que el diálogo con Jesús sólo es posible, cuando el hombre supera el miedo de ser él mismo. Ser individuo es un presupuesto netamente “cristiano”. Toda paz, toda guerra, toda plenitud, todo fracaso, toda soledad y toda comunidad comienzan en el corazón del individuo.

¿Que por qué las masas se olvidan o separan de Dios?

¿No tendrán que decir algo los que afirman ser poseedores de la franquicia de lo divino? “por vuestra culpa maldicen los paganos el nombre Dios”. Rom 2,24. Is.52,5. Ez. 36,20. Con esta afirmación dura ataca Pablo a los que usurparon la representación de Dios y de su ley.

Las autoridades oficiales de la fe nos presentan a un Dios Creador, intervencionista, omnipotente, malabarista, juzgador, dueño, causa de las causas…Todo será verdad, aunque no sepamos lo que significan tales atributos. Pero la tarjeta de visita del Dios cristiano es:

Dios es Padre. El que ama al hombre.

Los que decimos ser creyentes en Jesús podríamos convertirnos en obstáculo para que la sociedad reconozca a Dios como Padre. Una sociedad articulada por una religiosidad ritualista y clericalizada (es decir, con intermediarios) es una sociedad triste, no feliz. Insegura. Estéril. Sin Padre.

Desde mi situación de francotirador, corredor por libre, sin franquicia ni esponsorizado por nadie, me siento obligado a hacer strip tease:

Me tomo el pulso y confieso que lo único que hilvana mi pensamiento es Dios. No sería capaz de soportar mi biografía desde niño, sin Dios. Tengo mis páginas llenas de correcciones, cicatrices y heridas. Y sin embargo

Cuántas maravillas has hecho,

Señor, Dios mío,

cuántos planes en favor nuestro

Salmo 39,6

Y ahora que todo se me acaba y mis sueños sólo alcanzan las próximas 24 horas, es Dios el que desenreda mi historia, y alumbra el pequeño trecho que me resta. De la Teo-logía, es la primera parte Teo la que me deslumbra, mientras me genera cada vez más escepticismo la logía. Y es que al final, no se sabe nada. Solo se vislumbra la Realidad Dios. Como sol de mediodía en el desierto. Imposible mirarlo cara a cara. Mi vida, en gran parte, ha sido un fracaso. Pero creo que Dios es Padre. Y no me pregunten más.

Luis Alemán Mur.